domingo, 2 de agosto de 2020

AGUIRRE, EL INGENIERO DEL PUERTO DE LLANES


El ingeniero Aguirre, en los años 20.

OPINIÓN                                                               

Cajones de hormigón sobre la Osa


El ingeniero José María Aguirre, en el relato de los puertos marítimos del oriente asturiano 


HIGINIO DEL RÍO PÉREZ

El ingeniero de Caminos, Canales y Puertos José María Aguirre Hidalgo de Quintana (Madrid, 1892-San Sebastián, 1967) redactó en su vida profesional numerosos y lúcidos memorandos para redimir a las localidades marineras de una endémica carencia de infraestructuras. Tras titularse en 1916, trabajaría en la junta de obras del puerto de Gijón (ciudad en la que conoció a Margarita Alvargonzález Lanquine, que habría de convertirse en su esposa), y en 1929 pasó a dirigir las obras de los puertos orientales de Asturias.

Como responsable de los trabajos portuarios de Llanes desde 1929 hasta 1940, año en el que sería nombrado director del puerto de Pasajes, avanzó de un modo sustancial en la ejecución del proyecto de prolongación del espigón de la Osa (lo que luego se denominó la Barra),  a base de vertebrar una serie de cajones de hormigón armado. Era una labor casi imposible de llevarse a cabo ante la bravura de la mar, que puede con todo, y en ella le precedieron los ingenieros José Rodríguez de Rivera y Juan González Piedra. Su sucesor en el cargo, Gonzalo Santa María fue el que la pudo culminar en 1945.
José María Aguirre y la gijonesa Margarita Alvargonzález tuvieron cinco hijas: Margarita, casada con Ramón Cendoya; Josefina, casada con Julio Bengoa; Covadonga, que se mantuvo soltera; Inés, casada con Francisco Noriega, y Carmen, casada con Álvaro García-Navarro (padres de la investigadora y restauradora del patrimonio asturiano Inés García-Navarro Aguirre). A toda esa familia se la conoce en Llanes como ”la del Cercáu”.
La casa-palacio de El Cercado -residencia última de Pedro Junco Posada (1528-1602), el prelado llanisco que perteneció al tribunal del Santo Oficio y fue presidente de la Real Chancillería de Valladolid y obispo de Salamanca- es una histórica mansión levantada intramuros de la villa, junto a la playa del Sablón. La heredó en los años 30 del pasado siglo Concepción Cortés Carriedo, cuyo marido, Romualdo Alvargonzález Lanquine, moriría en 1936, asesinado en Gijón. Al término de la Guerra Civil, Carmen fijaría en El Cercado su residencia y luego acabaría vendiendo la posesión a su concuñado, el ingeniero del puerto de Llanes.  
Neutral y fiel servidor del Estado en tres regímenes políticos, Aguirre vivió una sucesión de destinos frente al Cantábrico, pero fue en la villa de Posada Herrera donde dejó su huella más profunda. Paradójicamente, ahora que hablamos de huellas, la colosal obra de construcción de la Barra, que él dirigió, borró todo vestigio de la más preciada reliquia de la orografía submarina llanisca, la Osa, un arrecife (como lo llamó Francisco Mijares Mijares) que antaño había librado a Llanes de la rapiña de los piratas bretones, holandeses, ingleses y franceses. Cuando los corsarios arribaban a la costa con la intención de saquear, matar y violar, si conseguían sortear el fuego de la artillería del Fuerte y alcanzar la Punta del Caballo para embocar la ría, ahí acechaba entonces la Osa como última e infalible defensa, invisible e inesperada arma letal de aristas afiladas como cuchillas, para reventar y hundir los navíos enemigos. Aquel conjunto de rocas tuvo un poderoso significado simbólico en el imaginario colectivo, y algunos llaniscos todavía recordamos el estribillo de una antigua canción que le rendía culto:

“Villa de Llanes hermosa,
que es la villa más nombrada,
si no fuera por la Osa
estarías ya quemada". 


(Artículo publicado en el diario LA NUEVA ESPAÑA el sábado 1 de agosto de 2020). 

El Cercado, Llanes.

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