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jueves, 3 de abril de 2014

LLANES Y LA GUERRA CIVIL: "EL CORITU"

Manuel Sánchez Noriega, el Coritu.
(Fotografía cedida por Manuel Sánchez Sotres).


75 AÑOS DESPUÉS DE AQUELLO


(… / …) De crío, Manuel Sánchez Noriega (1892-1938), hijo de Joaquín y de Rosa, había tenido de maestro a Marcelino Álvarez Díaz, un polemista temible, fundador y director del periódico anticlerical “El Porvenir de Llanes” (martillo pilón de la burguesía y de la beatería), cofundador de la Sociedad “El Porvenir” y promotor de una rondalla en el Cotiellu de la villa llanisca, del que el escritor Demetrio Pola ha contado que tenía una buena voz de barítono. Con poco más de veinte años de edad, y siguiendo la estela de su hermano mayor, Federico (1888-1928), embarcaría para México en el puerto de Santander. En el país de los antiguos aztecas Manuel tuvo varios empleos (uno de ellos, en una tienda de abarrotes, como dependiente, que era el trabajo que desempeñaban los jóvenes inmigrantes llaniscos al llegar) y luego se reuniría con Federico y con él el hermano pequeño, Ricardo (“Rico”).


El Coritu, a la izquierda, y su hermano Ricardo en México hacia 1925. 
(Fotografía cedida por Manuel Sánchez Sotres). 



Cuando estalló en toda su virulencia la revolución mexicana, Federico y Manuel eran capataces de un rancho. Una tarde de calor plomizo, vieron acercarse una nube de polvo, como en una escena de una película de Sam Peckinpah. Eran unas docenas de centauros zapatistas, al mando de Pancho Villa, que llegaban para saciar la sed y llenar las cantimploras. El par de “gachupines” llaniscos facilitaron el agua que necesitaban jinetes y cabalgaduras, y a raíz de aquel encuentro, Manuel, que desde la niñez siempre había mostrado un idealismo temperamental, proclive a la llamada de la justicia social, se sumó a la causa revolucionaria (el escritor e historiador asturiano Juan Antonio de Blas, indica que llegó a servir como oficial en las unidades irregulares de caballería del general Villa). (… / …)
Acompañado de “Rico” y de un fiel servidor mexicano (un indígena apodado “El Chingao”, que era su chofer y su guardaespaldas), Manuel Sánchez regresó a Llanes sobre el año 1927, y no tardaría en echar novia (Ángeles Hano Díaz, una muchacha de la localidad de Pancar), con la que se casó. Tendrían nueve hijos, cinco de ellos varones.
Su oficio era el de tratante de ganado. Recorría muchos kilómetros para hacerse con reses de calidad, acudía a ferias y mercados y tenía buenos clientes. En cuanto pudo, cogió en traspaso una carnicería en la plaza de Parres Sobrino. (… / …)
En marzo de 1932, cuando se crea la agrupación local del PSOE, empieza a militar en el partido fundado por Pablo Iglesias y en la UGT. Las dos Españas estaban ya dispuestas a embestirse a muerte. (… / …) En 1934, en la revolución de octubre, sufrió reclusión en la cárcel por su activismo en las zonas central y oriental de Asturias. En medio de aquellos sucesos destacó por su ardor y entabló amistad con Ramón González Peña y con Belarmino Tomás, los dos líderes socialistas.
Tras el golpe militar del 18 de julio de 1936, Manuel Sánchez Noriega se pone inmediatamente en movimiento e irá a dar la cara en la primera línea de fuego, secundado por “El Chingao” y por cientos de jóvenes llaniscos, tanto voluntarios como movilizados. El batallón “Asturias” número 238, que era la unidad que mandaba primeramente, se convirtió en cuatro batallones (los otros tres serían los números 267, 266 y 252). (… / …)
En México, “El Coritu” había cogido la costumbre de pronunciar una frase muy característica en él: “¡Hijos de la chingada!” La gritaba a menudo, para referirse a los facciosos. (… / …)
Militares de la talla del coronel Muñoz Grandes encontraron serias dificultades para apartarle de sus posiciones, y sólo lo consiguieron gracias a la poderosa ayuda aérea de la Legión Cóndor. En pleno cerco de Oviedo, los voluntarios del batallón de “El Coritu” embarcaban en el tren hacia la capital del Principado con una alegría contagiosa:

“Artilleros, al cañón,
afinar la puntería,
que el hijo puta de Aranda
no se rinde entovía”.

Puede que algunos no tuvieran aún la edad para ser movilizados, pero se habían apresurado a apuntarse como reclutas en una oficina abierta en la primera planta del Casino llanisco y querían entrar en acción cuanto antes. Tres de los que lo hicieron pertenecían al equipo de fútbol de Cue. La paga era pistonuda -diez pesetas al día- y aquellos jóvenes barbilampiños -muchos de ellos pescadores, miembros del histórico gremio de mareantes de San Nicolás- subían a los vagones como si marcharan a una romería:

“¿Qué es aquello que reluce en el Monte Naranco?
¡Los fusiles del ‘Coritu’,
que los están engrasando!”.

Se encaminaban al matadero en alpargatas, sin hacer apenas instrucción, y con una simple escopeta al hombro. En la estación, cuando la locomotora lanzaba el pitido de salida, cantaban a coro:

“Si quiés saber quién soy
y saber de dónde vengo,
bájame los calzones
y verás qué huevos tengo”.

En la derrota de octubre de 1937, se hizo a la mar en el vapor “Gaviota” desde el puerto del Musel, rumbo a Francia. (… / …) Los capturó el crucero “Cervera” en la noche del 20 de octubre (al “Gaviota” y a otros once barcos). Escoltados por tres buques de la Armada de Franco (“Ciudad de Valencia”, “Alcázar de Toledo” y “Fantástico”), fueron agrupados al norte del Cabo Peñas. Después, los presos fueron conducidos a Ribadeo y al campo de concentración de Camposancos (Pontevedra). (… / …)
Desde Pontevedra, “El Coritu” fue llevado a la cárcel del Coto de Gijón. (… / …)
El 6 de noviembre de 1937 comenzarían en el salón de actos del Instituto Jovellanos los juicios sumarísimos, con una gran asistencia de público. En diciembre, el Consejo de Guerra Permanente de Asturias número 1 le condenó a la última pena. (… / …)


Higinio del Río Pérez

(Resumen de un amplio trabajo titulado “El Coritu, un corazón de leyenda” y publicado en el número 3 de la revista ATLÁNTICA XXII que dirige Xuan Cándano).



Portada de la revista ATLÁNTICA XXII, nº 3, julio 2009.