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domingo, 14 de junio de 2020

LA COMPUERTA DE LLANES: ALEMANIA EN LOS ORÍGENES (1931)

Croquis firmado por Heyn en Hamburgo en 1931.
OPINIÓN                                                               

Conexión alemana


Un croquis hecho en Hamburgo y un contratista relacionado con el espionaje nazi 


HIGINIO DEL RÍO PÉREZ

En los orígenes de la Compuerta de Llanes, monumento que tanto echamos de menos los llaniscos, hemos hallado un trasfondo de curiosas connotaciones (sin que sepamos si hay entre ellas algún grado de interrelación), que vinculan a la villa de Posada Herrera de una manera tangencial con la Alemania de Weimar

El proyecto de la esclusa ya estaba contemplado en 1931, dos años después de que José María Aguirre hubiera asumido la dirección de las obras del puerto llanisco. Sobre la mesa del ingeniero jefe, entre carpetas y planos desplegados, había información gráfica de trabajos similares en países del norte de Europa, y estaba a la vista el croquis detallado de una singular obra de ingeniería levantada en un muelle de Hamburgo. Este dibujo, en el que figuraba una anotación firmada por un tal Heyn con la fecha 23 de marzo de 1931, era el modelo que habría de inspirar el diseño de la Compuerta de Llanes. (Luis Fernández Trespalacios, por cierto, estudioso local de la marinería y de la pesca, autor del libro “Llanes y la mar”, aseguraba: “No se conoce en España ninguna compuerta igual a la nuestra, pero una vez oí decir a un alemán que hay otra muy parecida en el puerto de Hamburgo”). 
Heyn, un ingeniero de puertos, probablemente, con un apellido inequívocamente judío, acaso terminó viéndose engullido, no mucho después, en el drama del exilio, o en algo aún peor, cuando el terror nacionalsocialista se impuso en Alemania y los aires de la libertad de entreguerras quedaron borrados a latigazos. Imaginamos que en 1931 él y sus propuestas debían de gozar de cierto crédito. Fue el año, precisamente, en el que entró en escena en Llanes un contratista de Gijón, Bienvenido Alegría García, para encargarse de construir la Compuerta.
Sobre la biografía de ese gijonés, que no habría dejado indiferente a ningún novelista del género negro, el periodista asturiano exiliado en México Ovidio Gondi y el historiador Jesús Mella han arrojado luz y nos lo muestran nada menos que como un colaborador de los servicios secretos de Hitler. Hijo de Bienvenido Alegría Cuervo (fundador de la sociedad Talleres Alegría de Aboño en 1899), Bienvenido Alegría García había estudiado Peritaje industrial en Gijón, y en 1928 sacaría en Hamburgo el título de ingeniero constructor. Trabajó durante un tiempo en la ciudad hanseática, y luego regresó a su tierra natal para fundar su propia empresa de construcción.

Tras la Guerra Civil, en la que estuvo destinado en comisiones de fortificaciones del bando republicano, será cuando se manifieste la faceta oculta del personaje, en plena conflagración mundial. Gondi y Mella han dado cuenta de la relación epistolar que mantuvo Alegría a principios de la década de los 40 con un agente de la Abwehr llamado Heinz Lüning. Desde Cuba, donde estaba instalado, el espía alemán enviaba a Gijón (entre otros destinos) cartas comerciales, en apariencia, que, en realidad, contenían información sobre bases navales y movimientos de buques aliados. Alegría transcribía renglones camuflados en tinta invisible, y después lo remitía a otros agentes o a Berlín. Lüning acabó siendo descubierto por la Policía, y fue fusilado en La Habana en 1942. El contratista de la Compuerta llanisca, por su parte, continuaría la labor empresarial en Asturias, hasta su fallecimiento en 1979, a los 74 años.

(Artículo publicado en el diario LA NUEVA ESPAÑA el lunes 8 de junio de 2020). 


Operarios durante la construcción
de la escalera de la Compuerta, en 1933. 
Bienvenido Alegría García (1905-1979).
(Ilustración de Alberto Cimadevilla)

La Compuerta, en los años 70.


domingo, 26 de mayo de 2019

LA COMPUERTA DE LLANES, EN EL RECUERDO

Acuarela de Jesús Palacios.
OPINIÓN                                                               

Arqueología industrial arrasada

Un símbolo urbano perdido en los años 90



HIGINIO DEL RÍO PÉREZ

Pintada mil veces por el acuarelista Jesús Palacios, estuvo presente en el paisaje urbano llanisco durante sesenta años; no se llegó a inaugurar y nunca entró en funcionamiento (de ahí que algunos la vieran como un monumento a la inutilidad), pero adquirió desde el principio un claro protagonismo en el imaginario popular y una significación simbólica incontestable. Para Llanes, La Compuerta fue una inequívoca seña de identidad, al modo que lo es la Torre Eiffel para los parisinos.

El proyecto para construirla, incluido en 1929 en el plan de prolongación del espigón de La Osa (las ansiadas obras del puerto), cuyo ingeniero jefe era José María Aguirre, data de febrero de 1930. Se emplazaría en el muelle de Santiago, frente al Sablín, en el punto denominado Entremuelles, y su presupuesto era de casi 47.000 pesetas. La Compuerta -entonces aún sin definir en sus detalles- vendría a desempeñar una “función de enfermería, de astillero”, y, al hacer posible que el puerto permaneciera siempre con agua, evitaría, entre otras cosas, “los insoportables hedores de la bajamar”, según comentaba la prensa local de entonces.
En 1930, cuando el proyecto estaba más perfilado, visitó Llanes el industrial Luis Alonso Herrera, propietario de una importante fundición en Torrelavega y eventual proveedor de material (hierro fundido o laminado) para la construcción de La Compuerta. En ese tiempo, otro asiduo visitante era el gijonés Bienvenido Alegría García (1905-1979), constructor de la obra, quien, años después, habría de involucrarse desde Gijón, supuestamente, en una trama de espionaje al servicio de la Alemania nazi.
Los trabajos de construcción, empezados en pleno verano de 1931, avanzarían muy lentamente, lo mismo que los de la prolongación de La Osa. En 1934 parecía próxima la fecha de su finalización, y la gente empezaba a preguntarse cuándo llegaría, por fin, el motor, pieza maestra de un proyecto de 1932 para mecanizar la maniobra del artilugio.
El motor no llegaría nunca. La Compuerta había sido concebida en los peores años posibles y parecía condenada al fracaso. No era una obra aislada, sino un complemento a remolque de las incontables dificultades técnicas y económicas que frenaban las obras del puerto, mientras se iban sucediendo los vaivenes de la II República, los efectos de la crisis económica crónica, la Revolución de Octubre, la Guerra Civil y las penurias de la posguerra.
La Barra del puerto se consiguió terminar en los años 40, en tanto La Compuerta quedaba en Entremuelles como un juguete roto y sin estrenar.

La recordamos con añoranza. Fue, hasta su demolición en 1993-1994, un icono exclusivo de Llanes. Testigo de saleas, de costumbrismos, de travesuras y de pequeñas historias, desde ella se lanzaban a la ría los rapaces, emulando a los saltadores de Acapulco, y junto a ella organizaba Pedro Galguera Fernández, Pedrito, campeonatos de meadas, en los que ocasionalmente tomaban parte señores de paso, captados en sobremesas del Bar del Muelle regadas con buenos licores. Una vez, en los años 40, fue víctima de una trastada de Pedrito un industrial vasco. “Esta torre es mía, y no sé qué coño hacer con ella. Tengo tantas ganas de perderla de vista que la vendería por lo que me dieran”, le comentó Pedrito, como el que no quiere la cosa, refiriéndose a La Compuerta. El vasco, al instante, se ofreció a comprar la ganga. Cerraron el trato y lo celebraron a lo grande, por cuenta del forastero, en un buen restaurante. Al cabo de una semana, llegó a la villa un camión desde Bilbao, con obreros armados de pico y pala, para iniciar el desguace de la histórica obra de ingeniería, y se armó la marimorena. 

(Artículo publicado en el diario LA NUEVA ESPAÑA de Oviedo el sábado 16 de febrero de 2019).


Foto: Francisco José López Maya.
Roberto García García, lanzándose a la ría.