“Pepinos”
La visibilidad de los Cubos de la Memoria,
disputada por un graffiti
HIGINIO DEL
RÍO PÉREZ
Uno
se imagina a José de Posada Herrera en la etapa final de su existencia, ya
retirado en Llanes, yendo a la misa dominical y parándose a examinar, apoyado
en su bastón, los cortes que presentan las arquivoltas de las dos entradas de
la iglesia parroquial. Acercaría el político decimonónico su mano a aquellos graffiti
involuntarios del pasado, que son enérgicos arañazos en la piel de la piedra, y
palparía las hendiduras causadas desde siglos atrás por los vecinos de la villa,
que afilaban allí sus machetes y navajas. Todas esas señales se siguen revelando
hoy con la misma elocuencia que en la época de Juan Pariente, pensaría el
estadista, como lo pensamos nosotros.
Un
descendiente de Posada Herrera, Carlos de Posada Miranda, al que solemos ver en
Oviedo cargado siempre con su cámara fotográfica, está sintiendo una
fascinación similar. La siente al menos desde 2013, cuando empezó a formar tándem
con el canónigo José María
Hevia Álvarez para estudiar en la catedral de San Salvador los
graffiti de los peregrinos medievales y las marcas de los canteros. En los
últimos tres años lleva hechas al respecto más de dos mil fotografías, desde el
instante en el que, “con una luz rasante, pudimos ver cómo surgían de la piedra
las señales que los peregrinos, venidos desde lejanos puntos de Europa, habían
dejado para testimoniar su presencia en un lugar sagrado”, dice De Posada
Miranda. Él y Hevia leen nombres de peregrinos y son capaces de deducir de
dónde procedían. Los graffiti, de una morfología muy variada, se encuentran
tanto en el pórtico como en el interior, y sugieren una trayectoria que conduce
a la Cámara Santa ,
a través de las zonas en las que era preciso esperar horas y horas hasta poder
acceder a venerar las reliquias.
Según
el profesor de Comunicación Audiovisual Francisco Reyes Sánchez, los graffiti son
una firma con voluntad de estilo y contienen componentes narcisistas. Las
pintadas, por el contrario, que poco tienen que ver con ellos a juicio del
mismo profesor, son un mensaje, no una firma, y no tienen pretensiones de
marcar estilo alguno.
En
Llanes, desde los años de la Segunda República , había una pintada que
sobrevivió al franquismo. Consistía simplemente en tres iniciales: UHP (Uníos
Hermanos Proletarios), y estaba puesta en el puente Cagalín, en el tránsito del
Cuetu a la carretera de Pancar. Ya no aparece a la vista, pero probablemente se
encuentra oculta debajo de plantas enredaderas, con su mensaje impertérrito y
su eco de la Revolución del 34 aún sin enmudecerse.
Pero
para visibilidad a los cuatro vientos, para narcisismo descarado, para vocación
de hegemonía irreverente, nada mejor que lo de “Pepinos”, el graffiti que ha
surgido en el antiguo Tendedero de redes: una gigantesca firma dibujada sobre
la pared del mirador que se alza en la punta de una península, entre la playa
de Puertu Chicu y la entrada al puerto. Epígono del cercano faro, esta huella
grafitera no lleva más colores que el blanco, el gris y el negro, pero irradia
su ego a larga distancia. En la carretera a Toró es como mejor se ve,
desafiando la lógica y la estética y disputando la visibilidad a los mismísimos
Cubos de la Memoria de Ibarrola, que se divisan un poco más allá, en un segundo
plano, descoloridos y resignados.
(Diario "LA NUEVA ESPAÑA" de Oviedo, sábado 3 de diciembre de 2016)
(Diario "LA NUEVA ESPAÑA" de Oviedo, sábado 3 de diciembre de 2016)
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