Helmut Schmidt (Hamburgo, 1918) fue canciller de la República Federal de Alemania desde 1974 hasta 1982. Le antecedió en el cargo Willy Brandt, correligionario suyo en el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), y le sucedió Helmut Kohl, de la Democracia Cristiana (CDU).
Hijo de un profesor de magisterio, Helmut Schmidt había ingresado en las Juventudes Hitlerianas a los 16 años de edad. En la Segunda Guerra Mundial tuvo varios destinos como soldado del ejército alemán (en el frente oriental, entre otros) y alcanzó el grado de teniente. Fue condecorado con la Cruz de Hierro de segunda clase.
Tras finalizar la contienda, estudió en su ciudad natal la carrera de Ciencias Económicas y Políticas. En 1946 ingresó en el Partido Socialdemócrata y fue presidente de la Liga de Estudiantes Socialistas. Su primer cargo político fue en el Ayuntamiento de Hamburgo, entre 1949 y 1953, ocupándose de asuntos de economía y transporte.
En 1953 resultó elegido diputado al Bundestag, parlamento federal alemán.
En 1967, y hasta 1969, desempeñó la presidencia del grupo parlamentario de su partido.
Desde 1968 ocupó la vicepresidencia del Partido Socialdemócrata.
Con el nombramiento de Willy Brandt como canciller, en 1969 Schmidt pasó a ser ministro de Defensa.
En 1972 fue nombrado ministro de Economía, y dos años más tarde fue elegido canciller de la República Federal Alemana dentro de una coalición formada por los socialdemócratas y el Partido Liberal (FDP) encabezado por Walter Scheel.
Se retiró de la política en 1986. A partir de ese año se dedicó al periodismo (coeditor del semanario Die Zeit, conferenciante, tertuliano en programas de televisión...).
Hasta 1988 no reveló ser de origen judío. Ese año, en un programa de la televisión francesa presentado por el ex presidente de Francia Valéry Giscard d' Estaing, dijo: "Mi abuelo era judío y mi padre, según las leyes raciales nazis de Núremberg, era semijudío. Mi padre no quería que se supiese, pero como ya ha fallecido, no tengo motivo alguno para seguir guardando el secreto".
Higinio del Río
Helmut Schmidt, el
canciller de la República Federal de Alemania que se enfrentó a la crisis del
petróleo de los años setenta y a los episodios más duros del terrorismo de
ultraizquierda de la RAF, murió el martes 10 de noviembre de 2015 a los 96 años en su
casa de Hamburgo. Schmidt dejó su impronta en la política europea con la
introducción del germen del euro y destaca, junto con Willy Brandt, como la
gran figura de la socialdemocracia y la política alemana de los años setenta.
Su influencia como referente moral del país ha continuado desde entonces. “Un
gran canciller necesita un gran tema. En el caso de Konrad Adenauer fue la
ligazón a Occidente tras la catástrofe del nazismo; para Willy Brandt fue su Ostpolitik (apertura al este); y para Kohl, la
reunificación. Pese a su gran importancia, la figura de Schmidt ha
sufrido por carecer de ese logro sobresaliente”, sostiene su biógrafo Hans
Joachim Noack.
Tras ocupar las carteras de Defensa, Economía y Finanzas,
dirigió el Gobierno de 1974 a
1982. Su mandato no acabó con una derrota en las urnas, sino víctima de un
cambio de coalición. Los liberales del FDP, hasta entonces sus socios de
Gobierno, retiraron su apoyo al socialdemócrata para aupar al poder al democristiano Helmut Kohl, que lideraría el país los
siguientes 16 años. Tras lo que él consideró una traición y afectado
por las divisiones en su partido, renunció a encabezar una nueva candidatura en
las siguientes elecciones.
Pragmático y representante de
la real politik,
anglófilo y al mismo tiempo gran defensor de la amistad germano-rusa, agudo
polemista y uno de los políticos más queridos por los alemanes hasta su muerte
pese a resultar en ocasiones arrogante, Schmidt llegó al poder con el doble
reto de reemplazar al visionario Brandt, recién dimitido por un escándalo de
espionaje, y de enfrentarse a una recesión internacional de la que Alemania,
con una política keynesiana de aumento del gasto, salió mejor
parada que muchos de sus socios occidentales.
El hombre que llegó a ser
teniente en el Ejército nazi durante la II Guerra Mundial se enfrentó con
sangre fría a los terroristas de la Fracción del Ejército Rojo (RAF), también
conocida por los nombres de sus fundadores, Baader-Meinhof. Uno de los momentos
más tensos de su mandato llegó con el denominado “otoño alemán”, los días de
1977 en los que la banda secuestró y asesinó, entre otros, al banquero Jürgen
Ponto y al presidente de la patronal, Hans Martin Schleyer.
El canciller no cedió a las
pretensiones del grupo, que exigía la liberación de sus compañeros encarcelados
y cuyo fin último era la implantación del comunismo en la Europa más
industrializada. “Desde que fue secuestrado, ya contábamos con la muerte de
Schleyer”, diría más tarde. “Cuando echo la vista atrás, creo que hicimos lo
correcto. Pero también sé que fui corresponsable de las muertes; y que tendré
que llevar esa carga”, escribió en 2008 en su libro En excedencia.
Pero quizás la decisión más
importante de su mandato llegó con el llamado doble
acuerdo de la OTAN. En
contra de los movimientos pacifistas y de gran parte de su partido, Schmidt
impulsó el estacionamiento de misiles de alcance medio si fracasaban las
negociaciones de desarme entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Pasó así de
ser considerado el “canciller de la paz” al “canciller de los misiles”; y
sintió cada vez más la falta de apoyos entre sus compañeros del SPD, partido
que nunca lideró. “Fue una decisión muy dura. Pero el tiempo ha mostrado que
así aceleró la desintegración de la URSS”, asegura Noack.
Pese a su afiliación
socialdemócrata, Schmidt congenió mejor con líderes conservadores como el
francés Valéry Giscard d’Estaing o el estadounidense Gerald Ford, que con los
teóricamente más cercanos François Mitterrand o Jimmy Carter. Con su gran amigo
Giscard d’Estaing —fue al primero fuera del círculo familiar al que el alemán
le habló de sus raíces judías, ocultas hasta 1988— ideó la institucionalización
de las cumbres europeas y creó el Sistema Monetario Europeo.
Casado durante casi 70 años con Hannelore Glaser, Loki, fallecida en 2010.
(EL PAÍS, 11 de noviembre de 2015)
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