LILIÁN DE CELIS
Las cupletistas, las buenas cupletistas, escasean,
pero siempre han tenido cuerda para rato, fieles al guión de violeteras, de
modistillas, de leandras y reinas del Paralelo. Fueron la respuesta de plumas y
lentejuelas al pesimismo sartriano y prohibido del otro lado de los Pirineos.
Verbo y carne de pecado venial. Suspiros de España. Pasodoble, sangre y arena.
La guapa asturiana Lilián de Celis, quizá la más representativa de todas ellas, con una trayectoria artística de más de cincuenta años, continúa trabajando duro y llena de vida. Podría decir lo mismo que Billy Wilder: “No tengo ninguna intención de retirarme. Por lo que a mí respecta, el baile no ha hecho más que empezar”.
Artista culta, valiente, irónica y de férrea
autodisciplina, Lilián de Celis nunca tuvo pelos en la lengua. “Usted, señor mío, está completamente
errado. Y no le digo cómo se escribe esta palabra”, le soltó una vez a un
concejal de dura mollera. Empezó su carrera en Radio Madrid, en cuyo estudio de
Gran Vía cantaba acompañada por la orquesta del maestro Indalecio Cisneros, su
descubridor. Debutó en el Circo Price y cosechó enseguida un éxito apoteósico
en el Teatro Albéniz. De su currículum cinematográfico -que se desarrolló en
España y en América, sobre todo en México-, pudimos ver recientemente en Llanes
“Aquellos tiempos del cuplé” (su debú en 1958, en la película española de más
alto presupuesto entonces) y “Alma aragonesa” (1960, de José Ochoa), entre
otras joyas. En las primeras filas, antiguos emigrantes llaniscos a tierras
aztecas mostraban fotos que se habían hecho con ella hace cuarenta años. “Tal como la vemos ahora, tan sencilla y tan
sublime, así era allá esta gran mujer en su época de esplendor. Los mexicanos
la adoran”, decía uno de ellos, José Manuel Suárez, de “los del Rubiu”,
exultante por el reencuentro con una diva de las de verdad.
Higinio del Río
(LA NUEVA ESPAÑA. Sábado, 11 de junio de 2005).
Higinio del Río
(LA NUEVA ESPAÑA. Sábado, 11 de junio de 2005).
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