OPINIÓN
El cura no tenía mala pluma. Le gustaba escribir con precisión (uno de sus textos, desaparecido en la Guerra Civil de 1936, fue un apunte histórico sobre la iglesia parroquial de Llanes). Vivía en la calle Mercaderes y fue administrador de la ermita del Cristo del Camino durante más de cuarenta años.
En aquella fecha de noviembre, los franceses permanecieron en la villa sólo cuatro horas (marcharon a Colombres y regresaron a Llanes dos días después). Aunque Simón no dejó constancia de ello, cabe suponer, por pura lógica militar, que una de las primeras cosas que hicieron fue asomarse al alargado altozano de San Pedro, desde el que se divisa, en una doble vertiente, la villa amurallada y las montañas, en la cara meridional, y al norte la inmensidad del Cantábrico. Damos por hecho que husmearon por la cueva del Taleru y subieron a la atalaya desde la que los vigías del Gremio de Mareantes de San Nicolás llevaban siglos vigilando el paso de las ballenas y la recurrente amenaza de los navíos piratas. De algún modo, aquellos soldados, que tanto daño harían en toda España, entraron así a formar parte de la historia del maravilloso enclave costero.
El Paseo
de San Pedro aún no existía como tal, pero era ya un paraje bastante visitado.
En el punto en el que culminaba un sendero que arrancaba del Sablón, se había
instalado en 1720 un artístico banco de
piedra, tipo canapé, en el que descansaban los paseantes mientras contemplaban el caserío y la torre de la iglesia
parroquial (eso mismo haría Jovellanos cuando visitó Llanes en 1790). Por las
tardes, solía formarse allí una animada tertulia alrededor de Lorenzo Simón, según
cuenta Ángel Pola en “La pequeña historia”. Treinta y cuatro años después de la
invasión napoleónica, fue un sobrino político del beneficiado, Francisco Posada
Porrero, alcalde de Llanes de
Amor
Patriae
Pulchérrima
virtus.
Transmita
el mármol a la generación venidera la gratitud
que
merecen los beneméritos hijos de Llanes
que
invitados por su ilustre Ayuntamiento y alcalde presidente D. Francisco Posada
Porrero
han
contribuido a la construcción de este paseo.
Año
de 1847.
Fue el mismo año del fallecimiento de Lorenzo Simón.
(Artículo publicado en el diario LA NUEVA ESPAÑA el miércoles 14 de abril de 2021).
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