Llanes: historia, cultura y territorio
Cuaderno de Higinio del Río
viernes, 2 de agosto de 2024
viernes, 12 de julio de 2024
LLANISCOS EN MAUTHAUSEN
OPINIÓN
Luis
Ardines Avín fue uno de los 7.200 ex combatientes republicanos internados en el
lager que construyeron los nazis en
Austria. La mitad de ellos encontró allí la muerte. El profesor de la UNED Benito Bermejo
Sánchez, a quien conocimos en
2002 en un curso de la Universidad de Maryland en Llanes, viene ocupándose del
estudio de ese apartado de nuestra historia. Junto a su colega Sandra Checa, es
autor del “Memorial. Españoles deportados a los campos nazis (1940-1945)”. Descarnado
de literatura, este trabajo aporta un extenso listado de nombres, agrupados por
comunidades autónomas, y datos agregados que dan idea del itinerario seguido
por las víctimas desde la derrota de 1939: huida a Francia, internamiento en
arenales cercados con alambre de espino, invasión de la Wehrmacht, detención y
traslado a campos de concentración alemanes.
En el
informe de Bermejo y Checa figuran cinco llaniscos, sobre los que ha indagado a
posteriori José Luis Villaverde Amieva: Antonio Alonso Cueto, de Mestas de
Ardisana, Manuel Sordo Ardines, de Quintana, Emilio Valdajos Fernández, de
Llanes, José Llera Suero, de Barro, y el citado Luis Ardines, de Nueva. Sólo los
dos primeros consiguieron sobrevivir. José Llera, labrador, llegó a Mauthausen en
enero de 1941 y falleció diez meses después en el campo satélite de Gusen; Ardines,
jornalero, ingresó en el campo en noviembre del mismo año y murió en octubre de
1942; Emilio Valdajos, tipógrafo, llegó a Mauthausen en diciembre de 1940 y murió
en Gusen en junio de 1942.
El
nombre de Valdajos, en particular, despierta en mí recuerdos muy queridos. Me
retrotrae a la época de mi Bachillerato en Valladolid, becado en un internado. Eran
tiempos duros para un chaval de diez años lejos de casa, pero en ellos asomaba el
sol cada domingo cuando la peluquera llanisca Lola Valdajos Martínez y su
marido, Félix Gómez Rebollar, me llevaban a comer a su piso del Paseo de
Zorrilla. Me esperaba allí un cocido de garbanzos, una sobremesa con “Bonanza”
y, sobre todo, el calor de un hogar, en el que vivían también dos ancianos
entrañables, testigos y supervivientes de guerras y avatares: Florencio y Maruja
Valdajos Fernández, tíos carnales de Lola.
Florencio había trabajado en la imprenta de El Oriente de Asturias. Una corbata de luto ponía acento a su viudedad. Ameno conversador, rememoraba sus tiempos en Niembro, donde había vivido con su esposa, y me hablaba de casi todo, pero en su relato estaba ausente siempre el martirio de su hermano Emilio. Eso quedaba sólo para sus adentros.
(Artículo publicado en el diario LA NUEVA ESPAÑA el jueves 11 de julio de 2024).
jueves, 25 de abril de 2024
LAS ESPERADAS MEMORIAS DE MANUEL DÍEZ-ALEGRÍA
OPINIÓN
Pese a ser un proyecto inacabado, las memorias del general Manuel Díez-Alegría (Buelna, Llanes, 1906-Madrid, 1987), que se publican ahora recuperadas y editadas por Pablo González-Pola, biógrafo del militar, vienen a arrojar luz sobre muchos aspectos. Tituladas “Arando la mar”, se ofrece en ellas un recorrido entre olas y marejadas de la España del siglo XX desde la visión de un narrador sin tapujos. Discurren en una línea cronológica y abarcan los años de su infancia, los estudios como cadete de la Academia de Ingenieros de Guadalajara y sus primeros destinos de teniente, trazado todo ello con una prosa amena, culta y agudamente minuciosa y atenta a los aconteceres políticos y sociales de cada momento.
Con el telón de fondo de la Primera Guerra Mundial, la huelga general de 1917,el desastre de Annual y el conflicto con Marruecos, la dictadura de Primo de Rivera, el fin del reinado de Alfonso XIII o el advenimiento de la Segunda República, va apareciendo por sus páginas un sinfín de personajes, como Mussolini, ante el que Díez-Alegría desfiló en la Plaza de Oriente en 1924; Besteiro, que le examinó de Lógica en la Universidad de Madrid y le dio un notable; Francisco Franco, al que atribuye una “complicada psicología”; el hermano de éste, Ramón, “revolucionario melifluo”, que sobrevoló una vez el Palacio Real decidido a bombardearlo con Alfonso XIII dentro, pero desistió de este propósito; Niceto Alcalá Zamora, “destacado cacique andaluz, de fluida oratoria de tropos hiperbolizados”; o Azaña, al que caracterizaba “la soberbia del que se cree minusvalorado” y “una ingénita actitud de desdén hacia el género humano”.
Las
memorias se interrumpen en 1933, en plena descripción atónita de los desórdenes
“que venían sucediéndose desde la proclamación de la República”, con la quema
de iglesias, la espiral de la violencia callejera y “los continuos insultos a
las fuerzas armadas y agresiones a los sentimientos que nos eran caros”. Probablemente,
los achaques de la vejez y la percepción de una muerte ya cercana movió al
general a dar un salto de treinta y ocho años en sus recuerdos para centrarse, sin
demora, en el pasaje de lo que consideraba más importante: su cese al frente
del Alto Estado Mayor en 1974, que de ninguna manera quería dejar de reflejar.
Manuel
Díez-Alegría nunca había pertenecido a una organización política, cualquiera
que fuese, y tenía muy clara la idea de que los militares no deberían
interferir en el proceso político que habría de abrirse en España a la muerte
de Franco. Calificado como “liberal” (lo que era casi peor, según señala él mismo, que
tacharlo de comunista), desde el “búnker” del tardofranquismo fue objeto de insidias
por parte de los generales ultras, que derivaron en una conjura definitiva a
raíz del viaje de carácter privado que hizo a Rumania con su mujer, Conchita
Frax, invitado por Ceausescu y con el beneplácito expreso del presidente Carlos
Arias (quien luego lo desmentiría ante Franco por “cobardía y deslealtad”). El
tirano rumano había intentado que Díez-Alegría se entrevistara en Bucarest con
Santiago Carrillo, pero el general llanisco esquivó la encerrona. Aún así, viviría
un víacrucis hasta el cese. Conchita, la esposa, anotará en su diario “los sinsabores
por haber actuado de este modo el generalísimo, por haber tratado a Manolo
inconsecuentemente, como si fuese un ladrón o criminal”.
Mientras
ve la luz este esperado libro de memorias, Llanes, impasible, perpetúa una
doble descortesía ante uno de sus hijos más preclaros y universales:
La
calle que desde agosto de 1991 lleva el nombre de Manuel Díez-Alegría en la zona de las
Malvinas no tiene placa ni un triste rótulo que lo recuerde.
La
biblioteca personal del militar y académico, donada en febrero de 1991 por la
familia Díez-Alegría Frax al Ayuntamiento (cincuenta y una cajas; 2.500
volúmenes en total) sigue depositada y sin catalogar en un cuarto de la Casa de
Cultura.
(Artículo publicado en el diario LA NUEVA ESPAÑA, el miércoles 24 de abril de 2024).
martes, 23 de abril de 2024
EL INSTITUTO DE LLANES CUMPLE 60 AÑOS
Repaso al Llanes de hace sesenta años, en el marco del aniversario del
instituto local
·
El
periodista Higinio del Río relata a lo alumnos la vida local en los tiempos en
que nació el centro
El periodista Higinio del Río pronunció el pasado día 5 de diciembre unas conferencia dentro de los actos conmemorativos del 60º aniversario del Instituto de Educación Secundaria de Llanes, que se desarrollan a lo largo del mes de diciembre. El también colaborador de LA NUEVA ESPAÑA realizó en su exposición un “Paseo sentimental por el Llanes de los años sesenta”. Ante los alumnos del cuarto curso de la ESO, repasó el contexto social, económico y cultural en el que se había producido la inauguración del centro en el año 1963. El acto estuvo organizado por el Departamento de Geografía e Historia del Instituto.
Más de noventa fotografías ilustraron la
intervención del conferenciante, en la que se abordaron aspectos como la
actividad de la fábrica de quesos y mantecas SADI, de proyección nacional, los
hábitos de ocio de la juventud, el pintoresco mercado semanal de los martes en
la plaza de Parres Sobrino, la importancia de las romerías y verbenas de
entonces, amenizadas por las orquestas legendarias Gran Kapytol y Cubanacán, la
oferta simultánea de cuatro cines en el concejo, el protagonismo de grupos
musicales como Los Panchines, Los Dados y Los Siemens, el papel esencial del
tren y de la línea de autobuses Mento en la vida cotidiana, la emigración a
Europa, el incipiente crecimiento urbano y el perfil de los personajes más
populares.
Del Río refirió también los precedentes
educativos que se dieron en los años de la Segunda República, cuando se creó un
Instituto de Enseñanza Media y una Escuela de Trabajo (lo que hoy es el centro
de Formación Profesional), cuya actividad quedaría finalmente interrumpida y
frustrada por el estallido de la Guerra Civil en el año 1936.
(LA NUEVA ESPAÑA, 20 de diciembre 2023)
sábado, 2 de marzo de 2024
LA DESCONOCIDA VIDA POLÍTICA DE LOS HISTORIADORES VICENTE PEDREGAL Y FERNANDO CARRERA
Pedregal, hijo de comerciantes, había
presidido el Círculo Católico Obrero y
Al
igual que Pedregal, Fernando Carrera Díaz-Ibargüen fue cronista oficial y
colaborador habitual de EL ORIENTE DE ASTURIAS. Miembro del Instituto de
Estudios Asturianos, de la Real Academia de la Historia y de la Comisión Provincial
de Monumentos, había sido vicecónsul de España y profesor de la High School en
Los Ángeles (California) a principios de siglo. Los libros “El celtismo
cántabro-astur” (1927) y “Reseña histórica de Llanes y su concejo” (1965)
forman parte de su espléndido legado.
Pedregal era un hombre resolutivo. Como
concejal, en 1917 había gestionado con éxito el problema de la escasez de
carbón en la villa (la prensa le calificaba entonces como “concejal maurista”)
y sería alcalde desde junio
de aquel año hasta enero de 1918. Impulsa la integración del histórico Gremio
de Mareantes de San Nicolás en la sociedad “El Porvenir”, y en agosto, con
motivo de la huelga general
revolucionaria convocada en todo el país por UGT y el PSOE -a la que se suman
en la villa los empleados del ferrocarril-, decide reforzar la policía municipal
con guardias jurados, al tiempo que ordena, bajo pena de multa, que las fondas comuniquen
diariamente a las autoridades la identidad y procedencia de sus huéspedes.
Carrera
había sido nombrado concejal en octubre de 1934, una vez sofocada en Llanes la
revolución y con Gabriel Teresa colocado en la alcaldía por la autoridad
militar. En el Consistorio siguiente, presidido por Regino Muñiz, será primer teniente
de alcalde, y, cuando Muñiz y los concejales de la CEDA dimiten en protesta por
la conmutación de las penas de muerte a los responsables de los graves sucesos
del 34, se convierte en alcalde. Desempeñará el cargo desde diciembre de 1935 hasta
las elecciones de febrero de 1936, que darían el triunfo a las izquierdas. Declarada
la guerra, permanecerá escondido en su domicilio, detrás de una falsa pared, librándose
así del acoso del Comité del Frente Popular y del angustioso registro que efectuaría
en la vivienda Juan Antonio Pesquera al frente de un grupo de milicianos llaniscos.
Hoy, no obstante, casi nadie sabe que el historiador había sido alcalde de
Llanes.
(Artículo publicado en el diario LA NUEVA ESPAÑA el sábado 2 de marzo de 2024).
viernes, 16 de febrero de 2024
FRANCISCO CASANOVA AGUIRRE, MÚSICO Y POLICÍA LOCAL TORRELAVEGUENSE, EN LA ESTRECHA RELACIÓN DE LA BANDA DE MÚSICA DE TORRELAVEGA CON LA FIESTA DE LA GUÍA DE LLANES
Un saxo para la Virgen
Dondequiera que fuera, y con toda naturalidad, siempre ha desplegado el magnetismo de Gaspar, Melchor o Baltasar en la cabalgata de Reyes. Su paisano Pepe Hierro tuvo ocasión de comprobarlo una vez en Cabezón de la Sal, al paso de una procesión nocturna: el poeta sostenía en brazos a su nieta pequeña, que de pronto, en medio del silencio, estalló en un estridente sollozo. El saxofonista abandonó la fila a toda mecha, se acercó a la cría, le hizo una de sus gracias, y al instante cesaron los lloros. El autor de “Tierra sin nosotros” le quedó eternamente agradecido por ello.
Policía y músico ya jubilado, la vida laboral de este hombre ha estado siempre unida al organigrama del Ayuntamiento torrelaveguense, donde empezó como cobrador del agua a domicilio, y acabó convirtiéndose en el funcionario municipal más antiguo. En 1975 ingresaría en el cuerpo de la Policía Local.
Había empezado a estudiar solfeo a los diez años, y a los trece ya se defendía con el saxofón. Se incorporaría a la Banda de Torrelavega en 1966, y ese mismo año tocó por primera vez en la fiesta de la Virgen de Guía en Llanes. Cincuenta años transcurrieron sin que faltara a la fiesta llanisca, siempre involucrado en el acontecer y en las páginas de la historia reciente del bando del nardo. (Cuando se produjo el fallecimiento repentino del médico Antonio Celorio Sordo el 8 de septiembre de 1974, en el momento mismo en el que se procedía a subastar los roscos, allí estaba Paco Casanova, a un metro escaso del galeno, como testigo del suceso).
Iban a Llanes siempre en autobús y tardaban 4 o 5 horas en llegar, de ahí que habitualmente hiciesen el viaje el día antes. La mitad de la banda se alojaba en La Covadonga, y el resto en La Puerta del Sol. La dirigía entonces el valenciano Aurelio Sanchís Ruiz, enjuto, tieso y grave. (A lo largo de su carrera en la Banda de Torrelavega, Paco Casanova tendría cinco directores: Lucio Lázaro López, Aurelio Sanchís, Alfonso Benitez Martínez, con el que irían a tocar a Rochefort, localidad francesa hermanada con Torrelavega, José Martínez Ortiz y Alfonso Díaz Casado). Entre sus cuarenta integrantes estaba Mariano Díez Ortega, oboe, casado con la llanisca Cuca García Trespalacios, de la familia de “los Buzos”, al que se sumaría después su hijo homónimo, que tocaba el clarinete.
La conexión de Casanova con Llanes, no obstante, se remonta a 1964, cuando fue a tocar a Andrín con una orquestina formada por él y un matrimonio con muchas verbenas a cuestas (el marido, Julián Salamanca, ciego, manejaba el acordeón, y la esposa, Alejandra Mena, la batería). Aquella actuación tuvo que desarrollarse bajo techo, en la Casa de Concejo, por la lluvia, ante un público cordialmente dividido en dos grupos irreconciliables: unos bailaban, mientras los otros veían el fútbol en la tele. Los músicos pernoctaron en casas particulares y al amanecer, cargados con sus bártulos, como en una película del primer Berlanga, cogieron el tren en San Roque del Acebal. Desde aquel viaje de vuelta a Torrelavega, el idilio entre Llanes y este singular saxofonista no ha hecho más que crecer. Quizás algún día reciba aquí el homenaje que se merece.
(Artículo publicado en el diario LA NUEVA ESPAÑA el sábado 28 de enero de 2017).
miércoles, 14 de febrero de 2024
A DOLORES SÁNCHEZ BUERGO, LA GALANA, IN MEMORIAM
Su madre, viuda de un maestro nacional asesinado por unos milicianos republicanos en la Guerra Civil, le recitaba poesías que ella memorizaba. A los siete años era capaz de repetir fábulas y versos, poniendo la entonación adecuada.
En la posguerra, ante la falta de sitios donde poder comprar libretas, la cría aprovechaba el reverso de talonarios usados, de la tejera que tenía su abuelo paterno, Evaristo, en Ceares. Llegado el caso, “escribochaba” también sobre hojas de árboles secas, después de leer líneas sueltas de “La Retórica” de Amable González Abín, que le había regalado una hija del escritor y erudito de Nueva. Tampoco había tinta, y era preciso inventarla, a base de remover tierra húmeda, mezclada con moñigas y mexu del ganado. (Lo terrible era el puñetero olor que dejaba aquella caligrafía de supervivencia).
Una vecina del barrio de la Rondiella, que no sabía leer ni escribir, le pidió que redactara una carta para un hijo suyo que andaba por el mundo y del que hacía años que no sabía nada. Ese mundo, intuido por la mujer como inhóspito y remotísimo, era Salamanca. La Galana, que tenía entonces catorce años, le compuso una misiva en versos, digna de una escritora curtida, y en ella contaba al destinatario noticias de bodas, bautizos y defunciones. A fulano de tal, según aquel relato poético, ya le habían dado de alta en el hospital de Oviedo; la cosecha de manzanas de ese año tenía pinta de ser de campeonato; los abuelos de mengano seguían estando hechos unos mozos, pese a haber cumplido los noventa y tantos; al ‘jiyu’ mayor de citano le habían destinado al Ferral; y, por fin, parecía que el Ayuntamiento iba a arreglar el camino de la iglesia…
Todo lo que vino después quedó resumido, discretamente y sin ningún reconocimiento público, en dos poemarios publicados por la editorial Trabe en 2001 y 2003, respectivamente: “Manoyos escoyíos” y “Goteras d’ orbayu”. Hoy, a sus ochenta años, la poeta labradora cultiva en soledad versos y flores (cinnias, azucenas del Cristo, dalias y hortensias, que luego lleva en taxi a la Casa de Cultura de Llanes, para adornar el vestíbulo), “espantando caracoles”.
Hace unos días, la Galana fue invitada a participar en una sesión audiovisual ofrecida por el fotógrafo vasco Bruno Fernández, cuya exposición “Con vistas al mar”, abierta hasta mañana domingo en el centro cultural llanisco, impresiona en su visión apocalíptica de los bufones de Pría.
“¡Gigante
tremebundo de los mares,
juego de viento y agua!,
¡roncón de omnipotente gaita!”
La voz de la poeta, desgarradora, sonó en un salón de actos sobrecogido por imágenes y palabras hechas espuma y mar.
(Artículo publicado en el diario LA NUEVA ESPAÑA el sábado 15 de octubre de 2016).
lunes, 29 de enero de 2024
HENRY KISSINGER Y MELCHOR F. DÍAZ: UNA CONVERSACIÓN EN OVIEDO SOBRE FÚTBOL
Nacido
en Fürth, Baviera, hijo de padres judíos, Heinz Alfred Kissinger Stern había
empezado de crío a patear un balón en las instalaciones de la sociedad deportiva
hebrea Bar Kochba de Núremberg. Llegó a jugar luego con los juveniles del club
local de fútbol Spielvereinigung Fürth, de primera división. La judería de
Fürth, consolidada ya en el siglo XVI, contaba con hospital propio desde 1653 y
era un paradigma de asimilación. En tiempos de la República de Weimar su
población representaba la cuarta parte del censo de la localidad.
Todo dio
un vuelco trágico a partir de la llegada de Hitler a la cancillería en 1933. En
la “Noche de los cristales rotos” (9 de noviembre de 1938), inicio de la Shoah,
los ataques perpetrados en Fürth contra familias y propiedades judías quedarán
reflejados en un reportaje gráfico -uno de los más amplios que se conserva de
aquellos hechos- realizado por fotógrafos que acompañaron a las SA durante el
pogromo. Hacía tres meses que los Kissinger habían emigrado a Estados Unidos. Heinz,
que tenía quince años, no regresaría a Alemania hasta la derrota del Tercer
Reich. Lo haría formando parte de la sección de Inteligencia Militar de una
división norteamericana y actuaría como traductor en interrogatorios a agentes
de la Gestapo.
Aquel
joven estudiaría después en Harvard, se afiliaría al Partido Republicano y rediseñaría
el orden internacional, pero siempre con el balompié metido en la cabeza. En
los Estados Unidos de la segunda mitad del siglo XX nadie promocionaría el
fútbol tanto como él. Cuando se retiró de la primera línea política influyó
decisivamente en el fichaje de Pelé y Beckenbauer por el Cosmos de Nueva York y
consiguió que Estados Unidos organizara el campeonato mundial de 1994. Su gran
triunfo.
Una
exposición sobre la presencia judía en la historia del fútbol alemán,
organizada en Fürth coincidiendo con el Mundial de Alemania (2006), rendiría
homenaje a Kissinger con un original y elocuente golpe de efecto. La muestra se
titulaba “Kick it like Kissinger” (“Patéala como Kissinger”), y entre los
contenidos se recogía la memoria de hombres como Walther Bensemann (1873-1934),
jugador, creador de clubes y fundador en 1920 de la famosa publicación
deportiva “Kicker” (que sigue siendo la principal de Alemania en su género); el
austriaco Hugo Meisl (1881-1937), jugador, entrenador y audaz pionero de la
profesionalización del fútbol, y el mítico goleador Julius Hirsch (1892-1945), víctima
de los nazis en el campo de exterminio de Auschwitz.
El ex
mandatario, que nunca fue jurado de los Premios Príncipe de Asturias, acudiría
a Oviedo a finales de 1993 para dar en el Teatro Campoamor una conferencia
sobre política internacional. Visitó la redacción de LA NUEVA ESPAÑA y fue invitado a almorzar en
la primera planta del edificio de la calle Calvo Sotelo 7. Durante la
sobremesa, Melchor F. Díaz, director entonces del periódico, sacó a colación el
tema del fútbol, y Henry Kissinger se explayó a gusto. “Tenía un vozarrón
tremendo”, recuerda hoy el periodista de El Entrego.
(Artículo publicado en el diario LA NUEVA ESPAÑA el viernes 26 de enero de 2024).
lunes, 15 de enero de 2024
MALEABILIDAD DE HIERRO EN COMILLAS
En 1994 empezaron su proyecto “Hierro vivo”, al que siguen entregados, y en 1999 participaron en un taller de escultura impartido por Martín Chirino en la Fundación Botín de Santander. A estas alturas contabilizan en común obras repartidas por muchos lugares, como “El Estudiante” (1995), en el Campus de Humanidades de la Universidad de Oviedo; “Esperanza” (1999), escultura móvil eólica inaugurada por la Reina Beatriz en la localidad holandesa de Wijk aan Zee; “Trilobite” (2001), en los jardines del Centro de Escultura Museo Antón de Candás; “Con tempo” (2002), una intervención en el casco histórico de Llanes que supuso la colocación sobre el empedrado de 93 placas de metal, en las que figuran frases extraídas de poemas de Celso Amieva; “Lluvia” (2003), en el patio de la Casa Consistorial llanisca; o “Domus” (2006), pieza triplicada que se muestra en espacios públicos de tres localidades hermanadas: Llanes, Adeje (Tenerife) y Tías (Lanzarote).
Su vida está centrada en el taller de fragua de la casa en la que residen, en la localidad de Barro, donde doman materia incandescente, despliegan repertorios y conjugan formas y lenguajes que asemejan movimientos de la naturaleza. Sus obras de gran formato están concebidas para interactuar con el entorno (lo que resulta evidente en la exposición “Cardumen”, presentada el mes pasado en el Centro de Arte Contemporáneo de Villapresente, en Reocín, Cantabria); al propio tiempo, dan forma a sutiles trabajos de escala más pequeña, en los que combinan el hierro con la madera y la cerámica.
El mejor conocedor del quehacer de la pareja, el crítico Ángel Antonio Rodríguez, ha pergeñado las características esenciales en la obra de ambos: la transmutación del hierro en metáforas; la visión poética de lo matérico; la maleabilidad; el equilibrio con el espacio circundante; la sugerencia de introspección; saber leer la materia y ponerla en contraste con referencias morfológicas y constructivas.
Escultores y herreros, artistas y artesanos, Antonio y Mercedes aúnan vanguardia y tradición, y cada vez son más reclamados desde fuera del Principado. Recientemente, les fue encargada la restauración de la verja del antiguo cementerio de Comillas, en cuyo centro se conservan las ruinas de un templo gótico, un espacio histórico que había sido reformado en 1893 por Doménech i Montaner. El arquitecto catalán agrandó el camposanto, lo rodeó de una cerca de mampostería, escalonada para adaptarse al terreno y rematada por pináculos, y diseñó para el arco de entrada una monumental verja modernista, en la que resalta la simbología cristiana. Esa es la pieza que acaba de restaurar Sobrino. En la tarea invirtió dos años, a lo largo de los cuales compuso y ensambló un puzzle de 1.300 elementos nuevos de hierro forjado, idénticos a los originales. Pura orfebrería.
(Artículo publicado en el diario LA NUEVA ESPAÑA el viernes 12 de enero de 2024).
lunes, 27 de noviembre de 2023
EDUARDO ESTEFANÍA, EL INOLVIDABLE JAYO
OPINIÓN
Jayo se contaba entre los comerciantes clásicos de la antigua Plaza Mayor. En ese espacio, que desde 1915 lleva el nombre del diputado y senador liberal José de Parres Sobrino (1865-1917), transcurrió su vida entera al frente de un local situado en los soportales, entre la fonda La Guía y la casa en la que nació José de Posada Herrera. Aún crepita frente a ésta el recuerdo de un episodio de la francesada, cuando en 1808 la soldadesca napoleónica amontonó y quemó allí libros, armas y muebles expoliados. El dueño de la mansión saqueada era el coronel retirado Blas Posada, estratega de la lucha guerrillera de los patriotas llaniscos, al que las fuerzas invasoras no conseguirían apresar en ningún momento de la guerra.
La
tienda de Jayo (en la planta baja de la casa que había mandado construir su
abuelo materno, el ferretero avilesino José Rodríguez Sobrado, alcalde de
Llanes en 1884) presentaba sin complejos el aire de otra época. Detrás del
mostrador estaban él, con su bata gris y un lápiz en la oreja, y su hermana
Rosita (1909-2003), catequista y devota feligresa. Los dos, solteros,
sanrocudos y personas de ley. Entre un sinfín de artículos de incuestionable
utilidad, vendían ropa de faena, electrodomésticos (que duraban treinta años, como
poco) y telas por metros para cortinas y manteles. Los televisores eran de la
marca Philips, y las antenas en los tejados las instalaba un
dúo de muchos quilates: el farero de la villa (Glicerio González Velasco) y un pluriempleado
funcionario de Correos (José María Sánchez García).
(Artículo publicado en el diario LA NUEVA ESPAÑA el sábado 11 de noviembre de 2023).