jueves, 7 de noviembre de 2019

LLANES Y LA INDUSTRIA DE CONSERVAS DE PESCADO




OPINIÓN                                                               

Conservas con destino al frente

Durante la Primera Guerra Mundial ya se elaboraban en Llanes latas de anchoas en aceite



HIGINIO DEL RÍO PÉREZ


En 1914, en pleno conflicto desencadenado a raíz del asesinato del archiduque Francisco Fernando, la fábrica “La Llanisca”, fundada por José Conde Rodríguez (Burguillos del Cerro, Badajoz, 1876-Vibaño, Llanes, 1953), y dedicada “a beneficiar bonito y sardina y a toda clase de salazón de anchoa”, era pionera en la elaboración y comercialización de latas de filetes de anchoas en aceite de oliva. Una exquisitez. Sus productos (sobre todo las sardinas en aceite) se exportaban a Francia e Italia, y eran consumidos por los soldados en el frente. Las latas de anchoas, presentadas con un envoltorio de artística litografía, a modo de bombones de lujo o de inalcanzables perfumes, entraban en los lotes a exportar, pero probablemente iban a destinos de la retaguardia, lejos de las trincheras de barro y sangre. Acaso, al “Maxim’s” de París. O, tal vez, incluso, a la mesa de los estadistas firmantes en Versalles del tratado de paz que ponía fin a la Primera Guerra Mundial.

El fundador de “La Llanisca” se había establecido en Llanes en 1909, tras haber dirigido empresas de conservas en Santoña, Lastres y Comillas. En 1911 se ubicó, provisionalmente, en un edificio a la entrada de la calle Mayor, donde luego estaría el hotel “Crumar”, y pronto pasaría a ocupar un amplio inmueble en el Barrio Bustillo. En el proyecto le acompañarían como socios Vicente Pedregal Galguera (alcalde de Llanes entre junio de 1917 y enero de 1918) y, sobre todo, Gabriel Teresa Robles (que en octubre de 1934 sería nombrado alcalde por la autoridad militar, como consecuencia de los hechos revolucionarios de Asturias).
La fábrica hizo posible el reparto de bastantes jornales, algo que en el Llanes de hoy sería una auténtica bendición. En la planta baja se había instalado una caldera de vapor y un cocedero de procedencia vizcaína, y allí se salaba y preparaba la pesca, mientras que en el primer piso estaban la oficina, el almacén y salas para armar y soldar las latas.

Conde aportó a la economía del lugar un dinamismo inusual. Contribuyó a modernizar la flota pesquera (construyó embarcaciones como “La Dolores”, “Don Tomás I” y “Don Tomás II”), y por iniciativa suya se crearía una lonja. Era en la villa todo un personaje, sin duda, como lo fueron también otros muchos impulsores de fábricas de conservas: Juan García Varela, de Pola de Siero, buen jugador de bolos en la Vega de La Portilla, que a finales del siglo XIX había mandado levantar junto al puente un espléndido edificio diseñado por Juan Sordo Mijares, en cuyo bajo abrirían sus puertas el Banco Mercantil y, años después, la ferretería Sobrado, y que en 1904 pondría en marcha una fábrica de salazón y escabeche en San Antón y luego un vivero de langostas; Antonio Blanco Junco, comerciante (que se anunciaba con el eslogan “Esta casa da el peso completo”), banquero, dueño de una fábrica de escabeches y promotor de la construcción del “Salón Moderno” en los años 20; Felipe González Hernández, el peluquero de “La Higiénica” y antiguo tesorero del comité local del Partido Republicano Liberal Demócrata de Melquiades Álvarez; Cayetano Rubín de Celis, fugaz alcalde tras la entrada de los nacionales en septiembre de 1937 y ameno cronista del tiempo pasado; Ángel Gutiérrez Cibrián, dueño del popular restaurante “Casa Ángel” (hoy, Bar Uría), concejal en la Segunda República y armador, con fábrica de salazón en Cimadevilla; el italiano Alfonso Cimino Romeo, Francisco García Llerandi… En 1933, este sector llegó a contar en Llanes con catorce empresas, que en conjunto daban trabajo a más de trescientas personas, según ha estudiado el investigador Manuel Ramón Rodríguez, máximo experto en la historia de la industria de las conservas asturianas de pescado.   

(Artículo publicado en el diario LA NUEVA ESPAÑA el sábado 2 de noviembre de 2019).

Casa del industrial Juan García Varela, hacia 1902.


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