domingo, 19 de abril de 2020

RAMÓN MENÉNDEZ PIDAL EN LLANES: "¡ANIMAOS, BAILADORES!"

OPINIÓN                                                               

Pericote a la antigua usanza

De cuando Ramón Menéndez Pidal descubrió el ancestral baile llanisco 



HIGINIO DEL RÍO PÉREZ

Ramón Menéndez Pidal, sobre cuya vida y obra está circulando este año por toda Asturias una exposición, vino a Llanes a primeros de agosto de 1930 a la búsqueda de información sobre canciones y bailes populares. Llegó de la mano de Vicente Pedregal Galguera y de Fernando Carrera Díaz Ibargüen, dos de los más respetados historiadores de Llanes, y le acompañaban sus familiares más cercanos y el escritor y folclorista caraviense Aurelio de Llano Roza de Ampudia.
A don Ramón le fue ofrecida en Pancar una exhibición de folclore, en la que el plato fuerte fue la interpretación, a la antigua usanza, del Pericote, la principal y milenaria danza llanisca. Intervinieron dos triadas y dos mujeres que cantaban y tocaban el tambor, todo sin gaita. Una de las estrofas decía así:

“¡Animaos, bailadores!
¡Animaos a bailar!
Digamos en alta voz:
 ¡¡Viva Menéndez Pidal!!” 

En la crónica del semanario que recoge la noticia nos llama la atención una explícita y contundente denuncia, a vuela pluma,  referida al Pericote, en general, “hoy desvirtuado con la gaita, que no corresponde a la tradición de esta danza”.
De esa idea participaban tanto Carrera como Pedregal, asesores, aquel día, del filólogo e historiador. El primero, al hablar del Pericote, sentenciaría, años después: “nada de gaita, que es un modernismo” (“Reseña histórica de Llanes y su concejo”). Vicente Pedregal, por su parte, dejaría clara también su opinión en el libro “Glosas a la historia de Llanes”: “¡Fuera la manga corta, el zapato de tacón alto, la gaita y el tamboril!”
El Pericote antiguo, cuya conservación es compatible con el ya generalizado y universalizado Pericote que se baila con gaita, y que tanta admiración despierta, es uno de los principalísimos tesoros del patrimonio llanisco, y bajo ningún concepto debe obviarse o dejarse perder. Es esencia. Purismo sin vuelta de hoja. Respeto a la tradición. Autenticidad.
Su pervivencia se la debemos, en buena parte, a la familia Cea Gutiérrez, que empezó a bailarlo sistemáticamente desde 1973, tras aprender los secretos de la danza gracias a Luisa Sotres, “la de Mañín”, prima de la legendaria chigrera María Noceda Sotres, “María Chin Chin” (y una de las mozas que había bailado en 1930 en Pancar ante Menéndez Pidal), y gracias también a Saturnino Gutiérrez González, el indiano de Parres que había presidido el Club Deportivo Llanes. Ese año de 1973 se pusieron a ello los hermanos Antonio y Gema Cea Gutiérrez, junto a Mari Chelo Celorio Santoveña, de La Pereda, y con la inestimable concurrencia de Delifa Berdial Haces, que cantaba y tocaba el pandero, y del tamboritero Cosme Sordo Somohano, de San Roque del Acebal.
Antonio y Gema lo interpretarían varios años en la fiesta de la Virgen de Guía, en triadas que se movían de forma individual, sin trenzarse entre sí, pero dando los mismos pasos, junto a Mari Chelo (o también, en otras ocasiones, junto a Ana Rosa Pérez Sordo, de San Roque del Acebal, Conchita Herrero o Blanca Sanromán), siempre con el único acompañamiento de la voz de Delifa y el tambor de Cosme.
El Pericote antiguo lo bailaron los Cea en fiestas fundamentales, como la de Santa Marina, en Parres, Santiago en Posada, El Cristo de Nueva, San Antolín en Naves, la Salud en Los Altares, San Miguel en Purón, o la Guadalupe en La Pereda. En esta última, sigue estando presente cada año, en el sentido más purista y como una reliquia asombrosamente viva de la identidad llanisca.

(Artículo publicado en el diario LA NUEVA ESPAÑA el sábado 3 de agosto de 2019).



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