Cultura, humor y soluciones
a
El II Foro de
la Cultura debatió en Burgos sobre identidades y fronteras
HIGINIO DEL
RÍO PÉREZ
En
el II Foro de la Cultura, celebrado durante los días 4, 5 y 6 de noviembre en
Burgos, no ha sido fácil (ni posible, probablemente) el optimismo. El filósofo
Daniel Innerarity reflexionó sobre la exasperación de la sociedad en la que vivimos,
en la que parece ganar las batallas quien representa mejor la furia. La
indignación puede que se reduzca a un desahogo improductivo, como él dijo, pero
lo cierto es que hoy se desvanecen en seguida los carismas, los ideales y los
líderes, y que la lógica con la que actúa la moda se está apropiando de la
política.
Especulaciones,
teorizaciones, proyectos y empirismos de artistas, gestores culturales, educadores
y pensadores… El encuentro en la capital castellana se desarrolló en torno al
debate sobre “Identidades en la frontera” y abordó cuestiones como “Educar
hacia la ciudadanía cultural”, “El educador artístico”, “Nueva gobernanza,
nueva ciudadanía”, “Espacios con identidad”, “De la conducta primitiva a las
identidades globalizadas” y “La identidad en una sociedad cambiante”. El
cineasta David Trueba, los escritores Julia Navarro y Luisgé Martín (ganador
del premio “Llanes de Viajes” en 2013), los filósofos Manuel Cruz y César
Rendueles, el paleontólogo Juan Luis Arsuaga, codirector del equipo de Atapuerca,
y la periodista congoleña Caddy Adzuba, Premio Príncipe de Asturias a la
Concordia en 2014, fueron algunos de los ponentes.
Difícilmente
olvidaremos el relato de Adzuba sobre la guerra en su país y el espeluznante
testimonio que dio del drama de las miles de mujeres violadas, torturadas y
asesinadas allí. La cultura evoluciona con los movimientos migratorios y la
identidad social no es estática, cambia en función de circunstancias tales como
los conflictos armados y los traumas que se derivan de las guerras. Para la
activista congoleña, la sanación de las supervivientes requiere bases
culturales, sin las cuales no es posible la destraumatización, la superación
del shock y los miedos y la reconstrucción de la identidad (no pocas veces con el
teatro y la música como terapias). Detrás de la resolución de los conflictos
está la cultura, por encima de la política, dijo.
En
España, mientras tanto, la solución podría pasar por el humor y la palabra. Necesita
aprender a reírse de sí misma, a mirar las cosas con distancia o desde otro
punto de vista, según el catedrático de Metafísica de la Universidad Autónoma
de Madrid Ángel Gabilondo: “Es bueno reírse de uno mismo, pero reírse con
otros, reírse juntos”. Ya no sabemos reírnos de nuestras propias miserias y
debilidades como pueblo. Somos melodramáticos y hemos perdido la palabra, y con
ella los argumentos y hasta el juicio. Eso es lo peor: “El país que es
descuidado con las palabras es descuidado con todo”, afirmó Gabilondo al reivindicar
en la capital castellana algo tan obvio y tan ajeno hoy a nuestro país como es el
diálogo y la capacidad de escucharnos. El profesor de Filosofía de la Autónoma
formó tándem con Antonio Fraguas, ‘Forges’ (dos antiguos participantes en los
cursos de verano de la Universidad de Alcalá de Henares en la Casa de Cultura
de Llanes) y ambos metieron sus dedos en las llagas de “La España doméstica y
cotidiana”: “Hay mucho politicastro. Más que política, lo que hay es
politiquería” (Gabilondo). “España da cada día para 50 o 60 chistes gráficos”
(Forges).
De todo eso se habló en Burgos: de las abismales
incertidumbres del siglo XXI en un mundo globalizado, de la inestabilidad, el
desasosiego y la crispación como el pan nuestro de cada día.
(Diario LA NUEVA ESPAÑA, Oviedo, 12 de noviembre de 2016)
(Diario LA NUEVA ESPAÑA, Oviedo, 12 de noviembre de 2016)