martes, 30 de diciembre de 2014

CULTURA COMO RECURSO GLOBAL

Cartel del I FORO DE LA CULTURA,
Burgos, noviembre 2014

Artículo en LA NUEVA ESPAÑA


Cultura como recurso global

HIGINIO DEL RÍO PÉREZ

Cuanta más oscuridad hay, más se habla de cultura. Reflexionar sobre la cultura como idea-fuerza, como valor simbólico (quizá también como panacea), está más en boga que nunca. Impregna los discursos y es el nunca acabar en un contexto de crisis en el que se buscan salidas a la desesperada. La cita más reciente ha sido el Foro de la Cultura organizado en Burgos.
Bajo el enunciado “Innovación para un cambio social”, 70 expertos intentaron allí iluminar un horizonte sobrecogedor por su magnitud: hablaron de la cultura como instrumento de cohesión social y como influencia en el desarrollo de un territorio; de la cultura y la educación como factores de integración de los desfavorecidos; del sentido artístico y su relación con el concepto de función y con la industria; de ecología y de la sintonía entre cultura, arte y sostenibilidad; de la banalización de la cultura, rebajada a producto de consumo y mero espectáculo; del tratamiento que se da al hecho cultural en los medios; de la dramática carencia de enseñanzas artísticas en el sistema educativo; del arrinconamiento consciente (y probablemente malintencionado) de las Humanidades; de la necesidad de programas basados en valores éticos para la formación de una ciudadanía activa y solidaria; de la virtud de las palabras para contribuir a transformar el mundo; de las prisas y la voracidad del cibernauta, incapaz de digerir y recordar aquello a lo que se asoma a diario en la infinitud del mundo digital…
Entre los ponentes estaban el arquitecto Rafael Moneo; el pintor Antonio López; Miguel Zugaza, director general del Museo del Prado; José Guirao, responsable de la Fundación Caja Madrid y ex director del Museo Centro de Arte Reina Sofía; Eudald Carbonell, uno de los investigadores del yacimiento de Atapuerca; el escritor Bernardo Atxaga; el ex ministro de Educación Ángel Gabilondo; el antropólogo francés Marc Augé; el sociólogo Mariano Fernández Enguita; el periodista Borja Hermoso (jefe de la sección de Cultura de EL PAÍS); Helena Pimenta, directora de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, y el jurista Antonio Garrigues Walker (quien, sintomáticamente, comentó que cada vez recibe más invitaciones a participar en encuentros similares al de Burgos). 
Se empezó buscando nuevas definiciones del término cultura. Guirao propuso una que tiene que ver con la idea de pertenencia, de identificación con un lugar. La cultura, indicó, se genera con un esquema simple: un individuo que tiene algo que decir y otro que está dispuesto a escuchar. Gabilondo la definió como cuidado de uno mismo y cultivo de sí y de los otros; como conocimiento, en suma, para crecer. En este sentido tiene que ser un instrumento de transformación individual y social. Se podría interpretar como insurrección e impugnación de los valores establecidos. Sin embargo, hoy acumulamos conocimiento e información sin saber luego qué hacer con ello. La universalización de la cultura no está significando su democratización, ni mucho menos. Miguel Zugaza, que lamentó que la cultura cubre a veces, “de un modo bastardo”, el ámbito del entretenimiento, atribuye a los museos un papel en esa democratización y los ve como colaboradores en la educación de la sociedad.
Lo que más llamó la atención del encuentro de Burgos fue la llamada de auxilio que se lanzó al arte. Un llamada vigorosa y conmovedora, en un momento en que se percibe el desastre hacia el que camina el mundo. Se habló del arte como asidero, como representación simbólica, y se le quiso poner en relación con el entorno natural, sin el cual la cultura es imposible (“la naturaleza ya no es un trasfondo, está en el centro de la escena”, dijo el profesor de la Facultad de Bellas Artes de Madrid José María Parreño).
Del arte y de la cultura se espera una actitud de respuesta (un arte que recupere su noción del tiempo y esté atento a las necesidades de la gente), una capacidad prospectiva e intuitiva como forma de objetivar la realidad (Parreño) y también una capacidad mediadora para provocar sentimientos, para aprender y comprender (Miriam García García arquitecta).
Se puede considerar el arte incluso como contrapeso de la economía egoísta que domina el mundo. Hay que buscar que la visión de los artistas entre en el mundo de la empresa (Parreño). El capitalismo puede ser corregido por el arte, y vemos que la Bauhaus es adoptada por Ikea. (Fernando -García-Dory, artista y agroecólogo).
Hay quien espera, como José Albelda, ex dirigente de Greenpeace, que el cambio sea revolucionario sin medias tintas, dado el poco tiempo de que disponemos. El arte y la cultura tienen una función empática y unificadora. Urge encontrar una estética que aglutine, algo general con lo que identificarse. “El arte, que nace en las márgenes del sistema, debe ser contracultural y recoger una función profética. Ha de ser capaz de generar una conciencia de cambio y concretar las necesidades sociales. Necesitamos nuevos relatos, nuevas referencias que enganchen” (Albelda).
“El arte no escapa del modo de empujar las cosas hacia adelante”, reconocería Moneo en un coloquio sobre “El arte trascendido”, en el que también tomó parte Antonio López. El pintor de Tomelloso, para el que decir arte y trascendencia es una redundancia (él prefiere hablar de arte “necesario”, en vez de “trascendente” o “trascendido”, términos que le parecen arrogantes) dejó patente su distanciamiento de los artistas que hacen hoy un arte pesimista y dramático, como el de Bacon: “La desolación goza de prestigio, el artista desolado vende, está de moda, pero yo creo que no tiene que ser todo tan deleznable”. 

(Diario LA NUEVA ESPAÑA, Oviedo, 29 de diciembre de 2014)., 

Miguel Zugaza.
José Guirao.
Antonio Garrigues Walker.
Ángel Gabilondo.
Antonio López.
Rafael Moneo.
Rafael Moneo e Higinio del Río.

sábado, 27 de diciembre de 2014

ARKADI FUTER: MÚSICO RUSO EN ASTURIAS

Fotografía: Diario EL COMERCIO.

Concertino de la Gran Orquesta Sinfónica de la Radio y Televisión de la URSS y de la Orquesta Filarmónica de Moscú, en 1979 había entrado a formar parte del grupo «Los Virtuosos de Moscú», fundado entonces por el también violinista Vladimir Spivakov. Esta prestigiosa formación de cámara se estableció en el Principado de Asturias en 1990 y sus sones y su magisterio, como un imprevisto regalo del Este, llegarían a localidades poco familiarizadas con la música clásica. Su violín contribuyó, sencillamente, a universalizar la alta cultura. En 1998 fue nombrado con todos los honores artista emérito de la República de Rusia. 
Arkadi Futer había nacido en Moscú en 1932. Murió en Gijón en 2011.



De izquierda a derecha, Amaiak Durgarian, Higinio del Río
y Arkadi Futer. (3 de septiembre de 1993).


domingo, 21 de diciembre de 2014

LILIÁN DE CELIS: ARTISTA ESPAÑOLA, GLORIA DE ASTURIAS




LILIÁN DE CELIS

Las cupletistas, las buenas cupletistas, escasean, pero siempre han tenido cuerda para rato, fieles al guión de violeteras, de modistillas, de leandras y reinas del Paralelo. Fueron la respuesta de plumas y lentejuelas al pesimismo sartriano y prohibido del otro lado de los Pirineos. Verbo y carne de pecado venial. Suspiros de España. Pasodoble, sangre y arena.

La guapa asturiana Lilián de Celis, quizá la más representativa de todas ellas, con una trayectoria artística de más de cincuenta años, continúa trabajando duro y llena de vida. Podría decir lo mismo que Billy Wilder: “No tengo ninguna intención de retirarme. Por lo que a mí respecta, el baile no ha hecho más que empezar”.
La Filmoteca de Asturias y varios ayuntamientos están programando durante estos meses ciclos dedicados a Lilián Ángela de Celis Collía, la heredera de Raquel Meller. Es ahora cuando esta actriz y cantante de Fíos (concejo de Parres) está teniendo más oportunidades de actuar para sus paisanos, después de haber corrido mucho mundo. Ajena a la tropa cagalera de la prensa del corazón, presume de que una calle de Arriondas lleva su nombre y se entrega a la experiencia de fundirse con el público de su tierra en los coliseos más lujosos y en las casas de cultura más modestas. Canta y ríe con la gente, presenta sus películas y relata anécdotas de los rodajes. “Es la actriz asturiana con una mayor proyección internacional”, certifica Juan Bonifacio Lorenzo Benavente, director de la Filmoteca.
Artista culta, valiente, irónica y de férrea autodisciplina, Lilián de Celis nunca tuvo pelos en la lengua. “Usted, señor mío, está completamente errado. Y no le digo cómo se escribe esta palabra”, le soltó una vez a un concejal de dura mollera. Empezó su carrera en Radio Madrid, en cuyo estudio de Gran Vía cantaba acompañada por la orquesta del maestro Indalecio Cisneros, su descubridor. Debutó en el Circo Price y cosechó enseguida un éxito apoteósico en el Teatro Albéniz. De su currículum cinematográfico -que se desarrolló en España y en América, sobre todo en México-, pudimos ver recientemente en Llanes “Aquellos tiempos del cuplé” (su debú en 1958, en la película española de más alto presupuesto entonces) y “Alma aragonesa” (1960, de José Ochoa), entre otras joyas. En las primeras filas, antiguos emigrantes llaniscos a tierras aztecas mostraban fotos que se habían hecho con ella hace cuarenta años. “Tal como la vemos ahora, tan sencilla y tan sublime, así era allá esta gran mujer en su época de esplendor. Los mexicanos la adoran”, decía uno de ellos, José Manuel Suárez, de “los del Rubiu”, exultante por el reencuentro con una diva de las de verdad.


Higinio del Río
(LA NUEVA ESPAÑA. Sábado, 11 de junio de 2005).