Jesús Palacios de la Vega
(Nueva, 1918-Llanes, 2011)
A su padre
siempre le había parecido bien que su hijo mayor dibujara. En Nueva, de donde era la madre, poseían una pensión, en la
que se alojaron unos maestros progresistas que eran muy aficionados
a la pintura y le animaban a
cultivar su
afición preferida. Jesús no se separaba de ellos. Cuando la familia decidió trasladarse a la villa de Llanes,
Antonio Maya, propietario de “El Oriente de Asturias”, le vio dibujar y le
“fichó” para el semanario, iniciándose así una labor que se traduciría en
ilustraciones para secciones fijas, como la cabecera de “Doña Averigua y
doña Todolosabe” o la de “Notas locales”, que aún perdura. Después de la escuela entró a trabajar en Telefónica.
Entregaba en bicicleta los avisos, mientras iba madurando en él una conciencia
política que le haría afiliarse a las Juventudes Socialistas y a UGT, igual
que su padre. En julio de
1936, cuando estalla la
Guerra Civil, Jesús es movilizado por la República y destinado a
Transmisiones. Muchos de sus dibujos se perdieron por allí, cuando la unidad de la que él formaba
parte, se retiró a pie desde San Sebastián, bajo el acoso de la Legión Cóndor. Se
refugiaban en las minas de Gallarta, y siempre le quedaba tiempo para soltar el lápiz sobre cualquier papel que
encontrara. Capturado por los nacionales, pasa tres años en campos de concentración
y batallones de trabajo. Dos compañeros suyos también pintaban:
Ciriaco Párraga (autor de carteles con la consigna “¡Vale más morir de pie
que vivir de rodillas!”) y un catalán apellidado Clotas.
Al iniciarse los años 40 su familia funda el Bar Palacios, un establecimiento singular que marcará toda una época, en la
casa de los Romano, y en el que se organizarían exposiciones de pintura.
Sobre la pared, Jesús había pintado un mural que representaba el
Descubrimiento de América, y en verano colgaba él sus cuadros, que eran
comprados por turistas e indianos. Frecuentaban el lugar pintores como
Fernando Briones, paisajista y catedrático de Bellas Artes; Paulino Vicente,
Ceferino Olivé y el vasco Bay Sala, todos ellos contertulios en la terraza del
bar.
Aunque sus primeras exposiciones
habían sido en Castellón y Valencia durante su etapa en los
batallones disciplinarios, conjuntamente con Párraga y Clotas, su
trayectoria pictórica arranca en firme a mediados de los años 40. Acude a los certámenes
de Educación y Descanso (obtuvo en Oviedo el Primer Premio en la Exposición de la Obra Sindical de Arte del Productor, en
1948, 1952, 1953 y 1955; y en La Felguera ganó los Certámenes
Provinciales de Trabajo, en 1950, 1952 y 1954), y empezará a
presentar en el salón de plenos de la
Casa Consistorial de Llanes alguno de
sus trabajos dentro de muestras colectivas, en las que también participó
ocasionalmente Paulino Vicente.
En los años 50, cuando toman forma
los conceptos y campañas de promoción turística, el alcalde Regino Muñiz le
encargará a él los carteles correspondientes. Nunca recibió clases de dibujo y
pintura, pero adquirió libros que le revelaron la obra de los grandes
maestros como Sorolla, uno de sus favoritos. En su legado se aprecian
dos estilos bien distintos. Por un lado, el de la acuarela clásica,
iluminada e inspirada en los paisajes de Llanes. Esto
es lo que más le define en sus
marinas, para las que siempre emplea una gama de colores suaves, como tamizados. Junto
a esta producción, sin embargo, ensayaría originales formas de afrontar
la perspectiva, con un cromatismo potente y una cierta factura “fauve”, que
podría recordarnos a Dufy.
Le unió una gran amistad con César
Pola, el paisajista ovetense, con el que sostenía largas conversaciones
sobre pintura. También entabló relación con muchos otros artistas plásticos.
Uno era el japonés Tetsuo Hirata, profesor de Bellas Artes en Tokio. Al final de la Segunda Guerra
Mundial Hirata había sido “kamikaze” de la aviación
imperial nipona; llegó a prestar juramento como tal,
pero la rendición japonesa ante
MacArthur no le dio tiempo a entrar en combate.
Palacios había empezado a pintar
paisajes en Nueva, en escenarios
como el campo del Henar, Cuevas del
Mar, el Picu Socampo, el puente romano de Rubazón, la fuente de la Cantera y la capilla del
Cristo. Aunque no los cultivó mucho, también hizo retratos, los
primeros de los cuales fueron a Pin de Pría y a Pío Muriedas. Expuso en Venezuela y
Estados Unidos, y su abundante obra se
reparte en colecciones particulares
de España y del extranjero. Pero lo que ha pintado más veces ha sido el
puerto, desde todos sus ángulos, y sobre todo la Compuerta y la
Barra. En sus últimos años, iba a tomar
apuntes en su automóvil, sin bajarse del vehículo, y siempre
procuraba pasar desapercibido.
Higinio del Río Pérez
(Texto del tríptico de la exposición "JESÚS PALACIOS (1918-2011), UNA VIDA DEDICADA A LA PINTURA", abierta en la Casa Municipal de Cultura durante los meses de agosto, septiembre y octubre de 2013).
Crónica de EL COMERCIO (7 de agosto de 2013):
http://www.elcomercio.es/v/20130807/oriente/pintor-vida-paisaje-llanisco-20130807.html
Galería de fotografías: