Mis libros

viernes, 21 de abril de 2017

LIBRO "DIMES Y DIRETES". UNA ENTREVISTA A HIGINIO DEL RÍO EN "EL COMERCIO"

____________________________________________________
ENTREVISTA


HIGINIO DEL RÍO, PERIODISTA


“La entrevista fue el inicio de los periodistas asturianos en Madrid”


Ramón Batalla

Hace unos días, ha visto la luz el tercer libro del periodista llanisco y gestor cultural Higinio del Río. La obra, titulada “Dimes y Diretes”, recoge en sus páginas una selección de entrevistas a cuarenta y tres personalidades de la vida española.




iginio del Río (Llanes, 1954) considera su nuevo trabajo editorial “Dimes y Diretes” como “un resumen de mi etapa en Madrid, donde pasé dieciséis años, primero estudiando la carrera en la Facultad de Ciencias de la Información y luego trabajando en distintos medios”.
Durante ese período profesional, entre los años 1978 y 1988, realizó numerosas entrevistas, una selección de las cuales aparecen en este libro, prologado por el ex jefe de la Casa del Rey, el asturiano Sabino Fernández Campo, y estructurado en cinco capítulos: Periodismo y Literatura, Política y Políticos, Economía y Sindicalismo, Espectáculos y Deporte y Pensamiento y Sociedad.


Galería de retratos

Aparecen en “Dimes y Diretes” algunas de las personalidades más importantes de la reciente historia de España, como Carlos Bousoño, Antonio Buero Vallejo, Camilo José Cela, Antonio Mingote, Emilio Romero, Fernando Vizcaíno Casas, José María de Areilza, Enrique Barón, Manuel Fraga, Julián García Vargas, Marcelino Camacho, Carlos Ferrer Salat, Antonio Gutiérrez, Ramón Tamames, Nuria Espert, José Luis L. Aranguren, Julio Caro Baroja, Julián Marías y Amando de Miguel.
Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense, Higinio del Río ha sido redactor jefe de la revista Crítica de Arte, colaborador habitual de varias publicaciones y responsable de Prensa de la Federación Nacional de Casas Regionales y Provinciales y del Centro Asturiano de Madrid.
Es, asimismo, el director de la Casa Municipal de Cultura del Ayuntamiento de Llanes desde febrero de 1990.
Del Río ha publicado hasta ahora dos libros: “Asturianos en Madrid” (Avilés, 1990) y “Crónica cultural. Una aproximación a la Casa de Cultura de Llanes” (Gijón, 1992), prologados por el abogado y periodista José Mario Armero y por el sociólogo Amando de Miguel, respectivamente.
Es también autor de la tesina “Hacia el establecimiento de las relaciones diplomáticas entre España e Israel”.
En su primer libro, “Asturianos en Madrid”, aparecieron algunas de las entrevistas que publicó en EL COMERCIO, a personajes como Fernando Morán, Juan Antonio Cabezas, Víctor Manuel, José León Delestal y Manuel Antonio Rico.

- ¿Qué objetivos persigue con su último libro?

- En conjunto, el libro pretende acercar al lector a uno de los períodos más intensos del siglo XX español, a lo largo del cual tuvieron lugar sucesos tan importantes como la Transición democrática, los gobiernos de UCD, la Constitución del 78, la organización del Estado de las Autonomías, el intento golpista del 23-F, la victoria del PSOE en octubre del 82 y la incorporación al Mercado Común y a la Organización del Atlántico Norte (OTAN).  

“Pretendo acercar al lector
a uno de los períodos
más intensos del siglo XX español”


- ¿Por qué la entrevista?

- Para los periodistas asturianos que hemos trabajado en Madrid, el género de la entrevista fue como un rito iniciador. Estaban tan a mano tal cantidad de personajes famosos e ilustres, tantos protagonistas permanentes de la noticia, que resultaba relativamente fácil aprovechar esa fuente inagotable de entrevistas siempre demandadas por el público lector. 

- ¿Qué condiciones básicas ha de tener un entrevistador?

- Entre otras cosas, saber escuchar e interpretar; resumir y sintetizar las respuestas con acierto, evitando la tergiversación y el cambio de sentido; y, como diría el teórico francés Philippe Gaillard, simplemente hacer decir al entrevistado lo que interesa al público.


“El único problema entre más de 
doscientos entrevistados
lo tuve con el profesor Gustavo Bueno”


- ¿Tuvo usted problemas alguna vez con los personajes entrevistados?

- Solamente en una ocasión. Con Gustavo Bueno. En una entrevista que le hice para HOJA DEL LUNES de Oviedo hace años calificó a Lluis Xabel Álvarez -marido de la consejera de Cultura en funciones, Amelia Valcárcel- de “cretino completo”. Se armó bastante alboroto y Gustavo Bueno fue objeto de una querella criminal. La acusación particular pedía una multa de varios millones de pesetas y unos años de destierro para el profesor. Lo que me sorprendió fue la salida de Bueno, que intentó, sin éxito, que pagara el pato el más débil, esto es, el periodista. Negó haber dicho “cretino completo y apunto que el calificativo empleado había sido el de “cretense”. Fue un suceso algo surrealista y no dejó de tener su gracia… El único problema entre más de doscientos personajes entrevistados.

Los mejores

- ¿De qué entrevista guarda mejor recuerdo?

- Pasé con Cela una hora y media memorable. De Julio Caro Baroja me impresionó el tono de pesimismo que tenían sus palabras. Enrique de Castro me pareció un cura admirable que está haciendo una gran labor luchando contra la droga en los barrios marginales de Madrid.

- ¿Cuál es la mayor dificultad en la elaboración de las entrevistas?

- Resumir en seis o siete folios los 90 ó 100 minutos de conversación que mantuve por término medio con cada uno de los entrevistados.


“Guardo mis mejores recuerdos de 
Camilo José Cela, Julio Caro Baroja 
y del cura Enrique de Castro”



En el prólogo del libro, el teniente general Sabino Fernández Campo, conde de Latores, señala que “Higinio del Río ha sabido extraer de las entrevistas que ahora aparecen reunidas la esencia de cada personaje, sus sentimientos interiores y sus recónditos pensamientos”.
El ex jefe de la Casa del Rey añade en su prólogo a “Dimes y Diretes” que “entre el amplio y selecto plantel de personalidades que son objeto de sus entrevistas, las hay que sentaron a través de sus respuestas unos criterios permanentes, unas opiniones intemporales que pueden tener aplicación en todo momento”.

(JUEVES 6 DE JULIO DE 1995 · EL COMERCIO)


domingo, 2 de abril de 2017

III CONFERENCIA ESTATAL DE LA CULTURAL EN VALLADOLID


Centro Cultural "Miguel Delibes" de Valladolid.
(Foto: M. Alonso Saiz).

OPINIÓN                                                               

Cura de humildad entre efectos Guggenheim

La III Conferencia Estatal de la Cultura celebrada en Valladolid



HIGINIO DEL RÍO PÉREZ

La centralidad de la cultura, reivindicada en los años de la Transición por las Comunidades Autónomas, ha dado lugar a una proliferación por toda la geografía española de gigantescos equipamientos, a los que hoy es difícil dar vida. Los “efectos Guggenheim” están a la vista, y, precisamente, en uno de esos colosales contenedores, el Centro Cultural Miguel Delibes de Valladolid, se acaba de celebrar la III Conferencia Estatal de la Cultura.

A diferencia de encuentros anteriores, la reunión de Valladolid, organizada por la Federación Española de Asociaciones de Gestores Culturales (FEAGC), vino a concretar una suerte de cura de humildad a partir de una visión más realista y más práctica de las cosas. En 2014, el I Foro de la Cultura de Burgos, concebido en torno al concepto de la “Innovación para un cambio social”, había situado el arte y la creatividad como elementos esenciales para poder superar la crisis universal. En 2015, el I Encuentro “Cultura local y construcción de ciudadanía”, convocado en Madrid por la Dirección General de Política e Industrias Culturales y del Libro, especulaba sobre modos y maneras de involucrar, desde lo público, a los ciudadanos en los procesos culturales; y en 2016, el segundo Foro de la Cultura de la capital burgalesa, bajo el epígrafe “Identidades en la frontera”, ponía el acento en la multiculturalidad y en los crecientes desafíos de un mundo globalizado aún por digerir.
Sin abandonar las líneas de reflexión que nos fueron abiertas en las tres citas precedentes, en Valladolid se analizó la realidad bajo un prisma nuevo. Tocaba hablar de sostenibilidad, de minimalismo, de realismo a escala abarcable y a pie de obra, y así lo hizo desde el primer minuto Sergio del Molino, el autor del libro “La España vacía”.
Este escritor y ensayista reclamó una mayor atención para la gente que permanece en el campo y pidió que la cultura, tan asociada al medio urbano, pose su mirada en las almas dispersas que resisten la despoblación y la exclusión del discurso general. Acercar dos mundos separados, que se desconocen y que incluso se desprecian, en un momento en el que se impone la lógica productivista y consumista, es una idea que deberá atraer a artistas y escritores de entre 35 y 45 años, ansiosos por recuperar sus raíces y por reconectarse a un paisaje perdido. Se necesitan artistas que pongan su manejo de los símbolos al servicio de la comunidad y que generen nuevos imaginarios sociales en el entorno rural. (En Asturias tenemos un buen ejemplo de esto en la figura excelsa del músico Mento Hevia).
Las ponencias que siguieron a Del Molino hurgaron también en lo básico y añadieron al debate un infinitivo tras otro: enfatizar la cultura como derecho, frente a la cultura tomada como industria, como rentabilidad o como ocio; recuperar el valor pedagógico de la cultura; “acabar con la complicidad entre el Estado y las empresas del espectáculo y de la industria cultural”… Y en medio de todo, alertas, diagnósticos y toques de atención: sobre el proceso que padecemos de liquidación de lo público; sobe la excesiva vinculación de las áreas de cultura al turismo; sobre la necesidad de fortalecer la profesionalización de la gestión de la cultura; y, especialmente, sobre la desestructuración de la España autonómica (“las políticas culturales regionales están obsesionadas con ser independientes”, lamentó el asturiano Jorge Fernández León; “están desconectadas y con infraestructuras vacías”, añadió Alfons Martinell, de la Universidad de Girona), algo que pide a gritos un pacto para la cultura y una voluntad política para que el poder legislativo apruebe leyes que corrijan la irracional descoordinación.

El programa, que incluyó la presentación de un voluntarista Libro Blanco de Buenas Prácticas, fue clausurado por Antonio Gamoneda con el mensaje de “una cultura que haga un mundo mejor”. El poeta dio la receta de una gestión cultural “que alivie las estructuras injustas del reparto de la propiedad” y “que sea siempre un trabajo de condición humanista”. 

(Artículo publicado en el diario LA NUEVA ESPAÑA de Oviedo, el sábado 1 de abril de 2017)



La imagen recoge uno de los debates durante el encuentro de
Valladolid.
(Foto: H. del Río).