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domingo, 17 de octubre de 2021

LLANES: LORENZO LAVIADES, UN ESCRITOR OLVIDADO

 

OPINIÓN                                           

La inspiración en un billete de metro


Trigésimo aniversario del fallecimiento de Lorenzo Laviades, un escritor llanisco ignorado por sus paisanos, autor de relatos breves y de la novela costumbrista "Blas el pescador" 



HIGINIO DEL RÍO PÉREZ

Lorenzo Laviades Fernández (Llanes, 1908-Llanes, 1991) pasó gran parte de su existencia en Madrid, siempre al lado de sus hermanas, María, Isolina y Carmen, solteras como él. Empleado en una sucursal bancaria, era al terminar su jornada laboral cuando empezaba realmente a vivir. Los números y las cuentas, que habían bailado durante ocho horas en su cabeza, se evaporaban entonces y daban paso, hasta la hora de la cena, a una imaginativa factoría de creación de historias. Disponía de una excelente biblioteca, en la que las páginas de los volúmenes, a menudo subrayadas o con anotaciones al margen, remitían a otros libros, a oportunas interrelaciones de temas y autores que le habían dejado huella. Todos los domingos y fiestas de guardar, después de misa, se acercaba a la Cuesta de Moyano, cerca de donde tenía su domicilio, a rebuscar pacientemente entre libros viejos. 

Su vocación literaria se había ido afirmando desde la adolescencia. No era un niño como los demás. Una deformidad en su cuerpo le hacía distinto y le ponía muy difícil poder jugar con sus compañeros en el recreo. Maduró muy pronto. Siempre estuvo delicado, de modo que fue inevitable que se forjase en él un carácter tímido y retraído. Resignado con su fragilidad. En vez de jugar a la pelota, observaba el mundo que le rodeaba y leía a Verne.

Con los años, en su recogimiento interior, Lorenzo Laviades alentaría una narrativa marcada por el humanismo cristiano y el amor al terruño. Su producción literaria está esparcida en las ediciones de El Oriente de Asturias -en cuyas páginas aparecían también esclarecedores artículos suyos sobre política internacional- y en los números extraordinarios que publicaba cada verano el semanario. “La cena a bordo”, “Los caudales de Pepón”, “Razzia”, “La vaca de Gilda”, “Por el Cares arriba”, “Historia de un exiliado”, “Aventuras de Joselín” y “Panchito el Mejicano”, son algunos de los relatos breves que vieron la luz.

De toda su obra, en la que está muy presente el Llanes de su infancia y de su juventud, sólo se ha publicado en formato libro la novela costumbrista “Blas el Pescador” (1986). En ella se recrea el modus vivendi de los años 20, un microcosmos en el que cobran protagonismo rincones urbanos como la Peña Redonda (ya olvidada por los llaniscos) o la Callejina de las Brujas, instituciones como el Colegio de La Arquera, tipos esenciales de la sociedad local, como los pescadores, los indianos o los señoritos del Casino, y una visión nostálgica de la actividad de las fábricas de conservas de pescado, la costera del bonito y el trajín callejero de las pescaderas.

Laviades sabía dar buenos consejos a los que empezábamos a escribir, e insistía siempre en una cosa: cuando llega una idea, hay que atraparla al instante para que no se escape. “Si estás ya metido en la cama para dormir y te viene la inspiración, enciende la lámpara, levántate y anota la idea, porque pasará de largo y no te vendrá más”, decía. En Madrid, cuando las musas le pillaban a él entre las estaciones de Sol y Atocha, sacaba en seguida el bolígrafo y escribía en el billete de Metro, con letra pequeñísima, el esquema de su próximo artículo.

Nada más jubilarse, regresó con sus hermanas a su villa natal, donde pasó los últimos años de su vida. Murió sin alterar ni un ápice su educado retraimiento, su timidez y su secreta costumbre de dar dádivas a los necesitados. Al cumplirse ahora treinta años de su fallecimiento da mucha pena el desconocimiento que se tiene de él y de su obra en Llanes.

(Artículo publicado en el diario LA NUEVA ESPAÑA el miércoles 29 de septiembre de 2021). 




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