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lunes, 20 de julio de 2020

ERIKA ORTIZ ROCASOLANO EN LA AGENDA LLANISCA

Erika Ortiz Rocasolano en la Casa de Cultura de Llanes,
el 14 de marzo de 2001. (Foto: H. del Río).

DOS ARTÍCULOS:

OPINIÓN                                                               

Erika Ortiz Rocasolano


HIGINIO DEL RÍO PÉREZ


En este cuento de hadas, el teléfono de una familia normal y corriente no para de sonar, y una de las personas que tiene que cogerlo a diario para atender a los medios de comunicación es Erika Ortiz Rocasolano (Oviedo, 1975), hermana menor de Letizia, la futura Reina de España. También para ella la vida ha dado un giro de incontables grados, no previsto ni en los sueños más delirantes de Luis María Ansón, y en esta España híbrida de software y panderetas debe estar percibiendo de cerca la tenacidad histérica de la prensa del corazón. Eso de “¿estudias o trabajas?” ha de ser, seguramente, la pregunta de más calado intelectual que escuche de labios de los periodistillas del cotilleo.

Licenciada en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid y becada por la Hochshule der Kunst de Berlín dentro del programa “Erasmus”, Erika es una joven madre que actualmente trabaja en la delegación que tiene en la Gran Vía madrileña una editorial internacional de lujosos libros de arte. Ha hecho numerosos cursos de perfeccionamiento -“Arte infantil en el aula”, “Arte contemporáneo alemán”, “Mujeres y arte actual”...- y publicado artículos en revistas especializadas (como “Soulbook” y “Gaceta universitaria”). También ha intervenido en la realización de tres cortometrajes: llevó la dirección artística de “Davis” (1996), de Javier Durá, y de “Dos niños solos” (1999), de Ramón Fontecha, y colaboró en el equipo escenográfico de “Prioridad Alfa” (1996), de José María Almela.
Probablemente es ese capítulo de su currículum el que explica su venida a Llanes, hace ahora dos años y medio, como responsable de una propuesta cultural relacionada con el cine. En marzo de 2001, el Instituto Asturiano de la Mujer le encargó la programación, dirección y presentación en la Casa Municipal de Cultura de Llanes de un ciclo de películas dedicado a tres directoras españolas, dentro de los actos conmemorativos del Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Las cintas seleccionadas fueron “Flores de otro mundo”, de Iciar Bollaín, “Cosas que nunca te dije”, de Isabel Coixet, e “Insomnio”, de Chus Gutiérrez, así como el corto “Lo que necesitas sélo yo”, de la asturiana Ángeles Muñiz. Fueron tres tardes intensas, en las que Erika traía las películas de vídeo en formato VHS, explicaba previamente los contenidos argumentales y las características de la obra de las realizadoras y moderaba los coloquios posteriores. Todas las proyecciones se llevaron a cabo en el aula magna del centro cultural del Ayuntamiento llanisco, en lo que fue sala de estar del antiguo Palacio de los Valdés Posada. La misma estancia, por cierto, en la que, según cuentan los historiadores Fernando Carrera y Vicente Pedregal (que tomaron buena nota de una leyenda local), un misterioso personaje llegado de incógnito desde Madrid (Alfonso XII, según la fantasía popular) se entrevistó una noche con José Posada Herrera para analizar la conveniencia de la boda del Rey con María Cristina de Habsburgo.  
Una varita mágica ha alterado la trayectoria vocacional y profesional de Erika Ortiz Rocasolano. Ahora tendrá que compaginar la perspectiva del Arte con el aprendizaje del protocolo palaciego y, sobre todo, con cursillos de paciencia para sobrellevar el asedio de Ana Rosa Quintana y demás teleñecos del “periodismo de investigación”

(Artículo publicado en el diario LA NUEVA ESPAÑA el miércoles 19 de noviembre de 2003).


OPINIÓN                                                               

Se ha encontrado un cuerpo sin vida

HIGINIO DEL RÍO PÉREZ

Poca gente sabe que en la agenda de Erika Ortiz Rocasolano estuvo presente Llanes al menos en dos momentos. Uno, antes de la boda de su hermana, y otro después. Sigue sin desdibujarse en nuestro recuerdo el día que la conocimos: aquella tarde de marzo de 2001 en que llegó a la Casa Municipal de Cultura con un fular enroscado al cuello, una bolsa de plástico con cuatro cintas de vídeo y la misión y la ilusión de dirigir a lo largo de cuatro miércoles un cinefórum patrocinado por el Instituto Asturiano de la Mujer.

-“¿Erika...? ¡Cóime! ¡Suena a nombre alemán!”, le comenté al presentarnos.
- “Pues de alemana nada de nada, aunque sí estuve un tiempo en Berlín con una beca Erasmus”, dijo ella. Hasta que llegó la hora de proyectar la primera película (“Flores de otro mundo”) echamos los dos una parrafadina sobre el resurgimiento cultural de la capital alemana, que tiene en el barrio de Kreuzberg el epicentro de la cultura alternativa más vital que ha conoce Europa. Érika estaba muy puesta en el asunto.
El segundo engarce llanisco en aquella agenda tuvo lugar cuatro años después, a través de su participación profesional en el diseño de los decorados del ballet “Blancanieves”, del director y coreógrafo Ricardo Cue. Como miembro del equipo de la productora “Globomedia” de Emilio Aragón (autor de la música de esa obra), Érika trabajó seis meses a plena satisfacción de Cue -un artista nacido en la Cuba precastrista e hijo del Llanes indiano y cosmopolita, que ha dirigido espectáculos de ballet en los mejores teatros del orbe-. Los treinta y cinco bailarines contratados no supieron hasta el último momento que moza entregada a su trabajo era hermana de la Princesa de Asturias. No faltó en su puesto ni el día que Letizia dio a luz a Leonor, en vísperas del estreno de “Blancanieves” en el Arriaga de Bilbao. “¡Nos veremos un verano de éstos en Llanes!”, le dijo al coreógrafo llanisco al despedirse, según me recordaba el propio Ricardo Cue el otro día. 
Ahora, las mismas lumbreras que interpretan, roen y analizan habitualmente la leonera de los famosos y famosillos de este país son los intérpretes, los roedores y los analistas de la muerte de la hermana pequeña de la Princesa de Asturias. Y esto da mucha pena.
En realidad, ese fallecimiento constituye como el reverso que llevan consigo a menudo los cuentos de hadas. Estamos ante un ‘anticuento’ sin colorines, ante el ‘contracuento’ de un hada doliente, tímida y discreta, instalada a su pesar en un punto de mira en el que lo más fácil era sucumbir al estrés y padecer la presión mediática. A Erika se le empezaron a cruzar un día en el camino los micrófonos y las cámaras de “Aquí hay tomate” y ahí, seguramente, se acabó para ella la libertad y el oxígeno. Un cierto periodismo de botellón, ahora extraordinariamente expansivo en España, la sometió a intenso asedio sin molestarse en intentar descubrir cómo era en el fondo aquella frágil muchacha licenciada en Arte y destinada a ser cuñada de un rey. Desubicada, desprotegida, divertida, utópica y digna como una hippie del Kreuzberg berlinés, en las fotos oficiales de la boda de su hermana con el príncipe heredero Érika no sólo supo lucir, entre tanta sangre azul, el vestido rojo y la pamela roja, sino también -y sobre todo- la sangre roja y plebeya. Su fragilidad fue un poco nuestra fragilidad. Que Dios la tenga en la gloria.

(Artículo publicado en el diario LA NUEVA ESPAÑA el sábado 20 de febrero de 2007).

         

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