Lo habían
puesto en marcha a finales del siglo XIX Juan Martínez Garaña, antiguo
emigrante en Cuba, y su esposa, Francisca Morán Villanueva (Quica).
Inicialmente se ubicó en el número 21 de
El “Victoria” vivió su época dorada en los 30. Contaba con sesenta y ocho habitaciones y con más de veinte huéspedes permanentes, entre ellos el juez, el arquitecto municipal, el farmacéutico, el secretario del Juzgado, el del Ayuntamiento, el practicante, el veterinario y varios profesores del Instituto de Enseñanza Media. El comedor, con capacidad para ciento cincuenta comensales, estaba siempre muy animado, tanto a la hora de las comidas como de las cenas. Cada 14 de abril se conmemoraba allí el aniversario de la Segunda República. En un amplio recibidor se extendían a la vista ejemplares del “ABC”, “El Sol”, “El Heraldo de Madrid” y otros periódicos y revistas ilustradas, junto a los paragüeros y al lado de una mesa de madera noble con varias escribanías, siempre dispuesta para los viajantes que llegaban en los trenes de Oviedo y Santander. Una docena de empleados hacía frente a aquel acompasado guirigay, propio de un relato de Vicki Baum: cocineras, camareras (que iban y venían a diario al Lavaderu, cargadas con bateas de ropa), botones y maleteros.
De repente, un día lluvioso de septiembre de 1937 aquel mundo tan
rico en sensaciones y sonoridades se diluyó. Llegarían las represalias e
incluso un fusilamiento (el de Ángel Martínez Morán, en Gijón), como
consecuencia del compromiso político de la familia; los muebles fueron saqueados
y repartidos; un escritorio y el tresillo de la sala de recepción iría a parar
al Ayuntamiento, y el hotel se convirtió en sede de distintos organismos del
nuevo régimen (delegación local de Prensa y Propaganda, Sección Femenina y
Auxilio Social).
La familia Morán Villanueva había partido, precipitadamente, sin despedirse, unas horas antes de la entrada en la villa de las tropas de Franco y después de servir la cena a sus huéspedes, con el comedor lleno o casi lleno, como siempre. Subió a un camión en silencio, prácticamente con lo puesto y unas maletas, y en Ribadesella embarcó rumbo al exilio.
(Artículo publicado en el diario LA NUEVA ESPAÑA el jueves 30 de diciembre de 2021).