OPINIÓN
Los investigadores, al examinar las interioridades góticas del templo, se han sentido atraídos por las efigies que aparecen en dos claves de bóveda de la nave central. Sus consideraciones resultan coincidentes, en general, y están basadas en la lógica, con la sola excepción de uno de ellos: en “Asturias” (1900), de Belmunt y Canella, el abogado y breve alcalde José Saro Rojas, redactor del capítulo dedicado a Llanes, afirma, sin ningún fundamento, que en la clave del tercer crucero aparece el retrato esculpido de Carlos I de España y V de Alemania. Una aventurada elucubración de la que se haría eco, sorprendentemente, el riguroso Fernando Carrera Díaz Ibargüen en su leído y releído libro “Llanes. Crónicas del tiempo ido”, publicado hace casi cincuenta años. Carlos, que había pasado en la villa dos días de septiembre de 1517 (y que nunca llegaría a confirmar el Fuero), “contribuyó espléndidamente” a la terminación de las obras de la iglesia, y seguramente fue la evocación de ese hecho lo que animó a Saro Rojas a escribir lo que escribió.
La ligereza de este historiador aficionado no pasa de ser una mera anécdota, comparada con las tesis del resto de los especialistas, que siguen otros derroteros. Para José F. Menéndez (1887-1940), sacerdote y miembro de la Real Academia de la Historia, “las claves de la bóveda que cae sobre el coro y la que sigue, representan dos caras: una de ellas es el retrato de un rey, y bien puede admitirse quiera representar al fundador de Llanes, Alfonso IX”. En la línea del anterior, otro sacerdote e historiador del RIDEA, Elviro Martínez, manifiesta literalmente lo mismo en dos de sus obras (“Estudios de Historia de Llanes” y “La Basílica de Llanes”).
Isabel Ruiz de la Peña, en su análisis de los elementos añadidos a la fábrica medieval de la iglesia de Santa María, apunta que “una de las claves de la bóveda del coro muestra un rostro humano, de aspecto grave, barbado”. Una descripción que no se corresponde de ningún modo con el aspecto que debió presentar el príncipe Carlos a los diecisiete años, es decir, a la edad que tenía cuando llegó a Llanes en 1517.
Es en el libro “Peregrinos. Ruta Jacobea por el oriente de Asturias”, de María José Grandoso Noriega, donde se nos informa con más detalle sobre las claves de bóveda: “Los llaniscos no olvidaron a Alfonso IX, ya que en la clave del tercer arco de la nave mayor de la iglesia se encuentra la efigie del que otorgó a la villa el documento más importante de su historia. La de su esposa, doña Berenguela, está en la clave del arco segundo”, sostiene la autora del estudio.
(Artículo publicado en el diario LA NUEVA ESPAÑA el lunes 22 de febrero de 2021).