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Manuel Sánchez Noriega, el Coritu.
(Fotografía cedida por Manuel Sánchez Sotres). |
75 AÑOS DESPUÉS DE AQUELLO
(…
/ …) De crío, Manuel
Sánchez Noriega (1892-1938), hijo de Joaquín y de Rosa, había tenido de maestro
a Marcelino Álvarez Díaz, un polemista temible, fundador y director del
periódico anticlerical “El Porvenir de Llanes” (martillo pilón de la burguesía
y de la beatería), cofundador de la
Sociedad “El Porvenir” y promotor de una rondalla en el
Cotiellu de la villa llanisca, del que el escritor Demetrio Pola ha contado que
tenía una buena voz de barítono. Con poco más de veinte años de edad, y
siguiendo la estela de su hermano mayor, Federico (1888-1928), embarcaría para
México en el puerto de Santander. En el país de los antiguos aztecas Manuel
tuvo varios empleos (uno de ellos, en una tienda de abarrotes, como
dependiente, que era el trabajo que desempeñaban los jóvenes inmigrantes
llaniscos al llegar) y luego se reuniría con Federico y con él el hermano
pequeño, Ricardo (“Rico”).
Cuando estalló en toda su virulencia la revolución
mexicana, Federico y Manuel eran capataces de un rancho. Una tarde de calor
plomizo, vieron acercarse una nube de polvo, como en una escena de una película
de Sam Peckinpah. Eran unas docenas de centauros zapatistas, al mando de Pancho
Villa, que llegaban para saciar la sed y llenar las cantimploras. El par de
“gachupines” llaniscos facilitaron el agua que necesitaban jinetes y
cabalgaduras, y a raíz de aquel encuentro, Manuel, que desde la niñez siempre
había mostrado un idealismo temperamental, proclive a la llamada de la justicia
social, se sumó a la causa revolucionaria (el escritor e historiador asturiano
Juan Antonio de Blas, indica que llegó a servir como oficial en las unidades
irregulares de caballería del general Villa). (… / …)
Acompañado de “Rico” y de un fiel servidor mexicano
(un indígena apodado “El Chingao”, que era su chofer y su guardaespaldas),
Manuel Sánchez regresó a Llanes sobre el año 1927, y no tardaría en echar novia
(Ángeles Hano Díaz, una muchacha de la localidad de Pancar), con la que se
casó. Tendrían nueve hijos, cinco de ellos varones.
Su oficio era el de tratante de ganado. Recorría
muchos kilómetros para hacerse con reses de calidad, acudía a ferias y mercados
y tenía buenos clientes. En cuanto pudo, cogió en traspaso una carnicería en la
plaza de Parres Sobrino. (… / …)
En marzo de 1932, cuando se crea la agrupación local
del PSOE, empieza a militar en el partido fundado por Pablo Iglesias y en la UGT. Las dos Españas
estaban ya dispuestas a embestirse a muerte. (… / …) En 1934, en la revolución
de octubre, sufrió reclusión en la cárcel por su activismo en las zonas central
y oriental de Asturias. En medio de aquellos sucesos destacó por su ardor y
entabló amistad con Ramón González Peña y con Belarmino Tomás, los dos líderes
socialistas.
Tras el
golpe militar del 18 de julio de 1936, Manuel Sánchez Noriega se pone
inmediatamente en movimiento e irá a dar la cara en la primera línea de fuego,
secundado por “El Chingao” y por cientos de jóvenes llaniscos, tanto
voluntarios como movilizados. El
batallón “Asturias” número 238, que era la unidad que mandaba primeramente, se
convirtió en cuatro batallones (los otros tres serían los números 267, 266 y
252). (… / …)
En México, “El Coritu” había cogido la costumbre de
pronunciar una frase muy característica en él: “¡Hijos de la chingada!” La gritaba a menudo, para referirse a los
facciosos. (… / …)
Militares de la talla del coronel Muñoz Grandes
encontraron serias dificultades para apartarle de sus posiciones, y sólo lo
consiguieron gracias a la poderosa ayuda aérea de la Legión Cóndor. En
pleno cerco de Oviedo, los voluntarios del batallón de “El Coritu” embarcaban
en el tren hacia la capital del Principado con una alegría contagiosa:
“Artilleros,
al cañón,
afinar la
puntería,
que el hijo
puta de Aranda
no se rinde
entovía”.
Puede que algunos no tuvieran aún la edad para ser
movilizados, pero se habían apresurado a apuntarse como reclutas en una oficina
abierta en la primera planta del Casino llanisco y querían entrar en acción
cuanto antes. Tres de los que lo hicieron pertenecían al equipo de fútbol de
Cue. La paga era pistonuda -diez pesetas al día- y aquellos jóvenes
barbilampiños -muchos de ellos pescadores, miembros del histórico gremio de
mareantes de San Nicolás- subían a los vagones como si marcharan a una romería:
“¿Qué es
aquello que reluce en el Monte Naranco?
¡Los fusiles
del ‘Coritu’,
que los están
engrasando!”.
Se encaminaban al matadero en alpargatas, sin hacer
apenas instrucción, y con una simple escopeta al hombro. En la estación, cuando
la locomotora lanzaba el pitido de salida, cantaban a coro:
“Si quiés
saber quién soy
y saber de
dónde vengo,
bájame los
calzones
y verás qué
huevos tengo”.
En la derrota de octubre de 1937, se hizo a la mar
en el vapor “Gaviota” desde el puerto del Musel, rumbo a Francia. (… / …) Los
capturó el crucero “Cervera” en la noche del 20 de octubre (al “Gaviota” y a
otros once barcos). Escoltados por tres buques de la Armada de Franco (“Ciudad
de Valencia”, “Alcázar de Toledo” y “Fantástico”), fueron agrupados al norte
del Cabo Peñas. Después, los presos fueron conducidos a Ribadeo y al campo de
concentración de Camposancos (Pontevedra). (… / …)
Desde Pontevedra, “El Coritu” fue llevado a la
cárcel del Coto de Gijón. (… / …)
El 6 de noviembre de 1937 comenzarían en el salón de
actos del Instituto Jovellanos los juicios sumarísimos, con una gran asistencia
de público. En diciembre, el Consejo de Guerra Permanente de Asturias número 1
le condenó a la última pena. (… / …)
Higinio del Río Pérez
(Resumen de un amplio trabajo titulado “El Coritu, un corazón
de leyenda” y publicado en el número 3 de la revista ATLÁNTICA XXII que dirige
Xuan Cándano).