Fotografía sacada del facebook de M. A. Revilla.
Ha nacido
una estrella
Higinio del Río
Revilla es un icono genuino de la
política a pie de obra y del discurso de caleya. Aunque sus enemigos (en la
política española actual no cabe hablar de adversarios, sino de enemigos) le
tachen de demagogo y de aldeano, resulta ser la antítesis del estirado Giscard
d’Estaing y, con una buena promoción internacional, podría llegar incluso a
encarnar en Bruselas la esperanza de redención de los millones de agricultores
y ganaderos de la Europa
de los Veinticinco, porque es un paisano con mucho tirón.
En su
contra juega su condición de político “bisagra”, que siempre trae cola. Los
partidos denominados “bisagra” no gozan de buena fama: se desconfía de su
brújula oscilante y de su poco peso (determinante, algunas veces, en el juego
de las coaliciones improvisadas para esguilar al poder). Se recela de las
tácticas de supervivencia que emplean y de cierta tendencia que muestran a
arrimarse al sol que más calienta.
La
“bisagra” de más glamour en el mapa político europeo de las últimas décadas fue
el Partido Liberal Alemán (FDP), liderado por Walter Scheel, que supo
mantenerse en el machito con la soltura de un bailarín de vals.
El caso de
Miguel Ángel Revilla, jefe del Partido Regionalista de Cantabria, es un pelín
más rústico, si bien comparte el instinto de que hicieron gala los liberales
germanos para colarse en los gobiernos, independientemente del color de éstos.
De todas
formas, si su carrera política se fuese al garete, este hombre parece estar
preparado de sobra para mostrar sus habilidades y ganarse el pan en otros
ámbitos de la vida social y profesional. El otro día, sin ir más lejos, en un
programa deportivo de un canal privado de TV en Cantabria (“Canal 8” ), exhibió un desparpajo
propio de los acreditados reporteros del género rosa cuando se le pidió que
contase cómo le había ido en la boda de don Felipe y doña Letizia. Revilla,
todo discreción, buenas maneras y exquisito gusto en la descripción de la
ceremonia nupcial, aportó un relato preciso y mesurado: habló de la larga
espera a la que se sometió a los invitados en la catedral de La Almudena y en la carpa
del Palacio Real hasta que llegaron los contrayentes; de las ganas de mear que
tuvieron que aguantar; del masivo sprint desencadenado al desembarcar de los
autocares, para llegar a tiempo a los escasos retretes habilitados para tanto
personal como allí había; de la pachorra del rey Harald de Noruega al evacuar,
mientras hacían cola Aznar, Felipe González y otros caballeros de alto copete;
de las carencias del menú, fino pero poco contundente, y del bocata reparador
que tuvo que comprarse después el presidente cántabro en una tasca del viejo Madrid...
A poco que
anden listos los cazatalentos de “Crónicas marcianas”, una nueva
estrella mediática podría brillar pronto en el firmamento de (Resumen de un artículo publicado en el diario LA NUEVA ESPAÑA, el 29 de junio de 2004)
Miguel Ángel Revilla, revelando inauditos detalles de la boda de Felipe de Borbón.
(Cadena privada de televisión cántabra C8 DM).
(Cadena privada de televisión cántabra C8 DM).